# 21

Perú: Viviendas habitables y productivas en el Cusco

Derechos

Mejorando las viviendas

Voces y testimonios

Vivíamos en mucho desorden

Voces y testimonios

Nos hemos ordenado

Voces y testimonios

Tengo a la hora que quiero mi platita

Impacto

Principales resultados

Voces y testimonios

Testimonios

Materiales

Recursos y Materiales

Como hemos visto en el primero de los boletines de esta serie, a través del programa “DESARROLLO INTEGRAL DE COMUNIDADES INDÍGENAS DEL VALLE DE CUSCO” se buscaba conseguir el desarrollo de las capacidades de mujeres y hombres de las comunidades sujeto, el impulso de su gestión ambiental, la mejora de su habitabilidad y el fortalecimiento de la gobernabilidad inclusiva.

En este segundo boletín, una vez abordadas las cuestiones ambientales y de sostenibilidad, queremos profundizar en las acciones realizadas y los logros alcanzados a la hora de dar respuesta a la situación de precariedad en las que se encontraban las viviendas de estas comunidades campesinas, y al mismo tiempo de organizar y desarrollar su potencial productivo sin afectar al bienestar de las familias.

Para ello, y como punto de partida, el programa ha basado su intervención en este eje en el hecho de que el acceso a una vivienda digna y adecuada es un derecho humano recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 25, apartado 1) y por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Art. 11, apartado 1).

Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

(1) Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la VIVIENDA, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios (…).

Artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales

1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y VIVIENDA adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.

Con este punto de partida, las acciones de este segundo eje de habitabilidad se han basado en la capacitación, difusión y sensibilización de las mujeres y los hombres de las comunidades de cara a mejorar las condiciones de HABITABILIDAD, SALUBRIDAD Y PRODUCTIVIDAD de sus VIVIENDAS TRADICIONALES. Todo ello, con un enfoque de sostenibilidad que ha implicado el uso de técnicas y tecnologías amigables con la naturaleza.

Vamos a ver a continuación cuatro testimonios de comuneras y comuneros que han mejorado sus viviendas y desarrollado su potencial productivo, y lo que esto les ha supuesto en sus vidas y las de sus hijas e hijos.

Artículos en este número...

  • 1
    Mejorando las viviendas
  • 2
    Vivíamos en mucho desorden
  • 3
    Nos hemos ordenado
  • 4
    Tengo a la hora que quiero mi platita
  • 5
    Principales resultados
  • 6
    Testimonios
  • 7
    Recursos y Materiales

Nelly y Julio, de la Asociación de Criadores de Cuyes de la Comunidad Campesina de Totora, en el Distrito de Qorqa, nos hacen partícipes de todas las mejoras que se han realizado en su vivienda y cómo ahora son más habitables:

“Antes no teníamos agua en el domicilio, y nosotros íbamos a traernos agua desde el río o los riachuelos. En una caminata de una media hora, cuarenta minutos. Tampoco teníamos servicio higiénico o baño, hacíamos nuestras necesidades en los montes. Y tampoco teníamos cocina mejorada. Ahora, gracias al proyecto, tenemos baño con ducha solar, y cosas para mejorar nuestra vida. Los niños se bañan ahora unas cuatro veces a la semana, con la ducha solar. Y ahora tenemos también la cocina mejorada.

Antes nuestros dormitorios eran juntos con los niños, y ahora ya tenemos separados para dormir cómodamente. Y tenemos también crianza de cuyes, en el galpón. Criamos técnicamente a los cuyes y así para tener un poco para alimentar a nuestros hijos y para tener algo de dinero para alimentarlos. Y también tenemos un fitotoldo que está con almacigado de hortalizas.

Y nosotros no vamos a quedar así con el apoyo que nos brinda el proyecto, pensamos mejorar más allá, para el futuro de nuestros hijos”

Otra pareja de la Comunidad Campesina de Totora, Susana y Santos, nos cuentan la experiencia de mejora de su vivienda y lo que esto ha supuesto para su relación.

En el caso se Susana, ésta observa que:

“Poco a poco estamos mejorando nuestro hogar. Y no podríamos hacerlo sin el trabajo mutuo de los dos. Antes vivíamos en mucho desorden, no sabíamos vivir en orden. Pero ahora estamos aprendiendo a vivir en orden. Y ahora que vivimos en orden él me ayuda. Los niños ahora se van limpios a estudiar, porque tenemos agua caliente para bañarlos para que estén limpios. Él me ayuda en todos los quehaceres de la casa, como barrer, estucar, en la cocina mejor y todo lo que puede”.

Mientras que Santos, nos comenta lo siguiente:

“Antes, cuando no teníamos nuestra vivienda, vivíamos en una cabaña. Arriba teníamos chocita, y ahí vivíamos juntos. De ahí hemos bajado y hemos formado la comunidad, que estaba abandonada. Ahora hemos avanzado para mejorar las condiciones y vivir bien, saliendo adelante. Ahora nuestras casas están mejoradas, tenemos comedores, cocinas, despensas, todo tenemos. Estamos en buen progreso (…) con los termos solares para bañarnos con agua caliente. Y ahora estamos bien, y poco a poco estamos mejorando más.

Antes no teníamos agua. La cogíamos de manantiales. Hemos traído de otro lado, a 7 km, hemos hecho llegar nuestra agua potable. Ahora tenemos agua suficiente para nosotros y también para mantener nuestros pastos, y también tenemos nuestro galpón donde creamos nuestros animales menores, cuyes.

Yo ayudo igualmente a mi esposa, y estamos saliendo adelante. Ayudando a nuestros hijos en su educación, en toda actividad. Estamos saliendo adelante y nos falta poco a poco mejorando”.

Contamos también con el testimonio de Adel, comunero de la misma Comunidad Campesina, que nos habla de su experiencia tras volver de la ciudad y de cómo las mejoras en su hogar y el hecho de que sean viviendas productivas le han permito tener más tiempo para dedicar al cuidados de sus hijos:

“En este hogar, antes nosotros vivíamos en desorden: teníamos animales, el caballo, la vaca, los cuyes… Ahora ha habido cambio en este distrito y en esta comunidad. Nos hemos ordenado. Teníamos recursos pero no sabíamos aprovecharlo, ahora hemos captado las tecnologías que nos han dado. Yo, como joven, me fui a la ciudad, y allí era todo ordenado. Pero después de un tiempo me he venido a la comunidad a vivir y el orden, también como en la ciudad se ve en el campo, y más recursos y para hacer más tecnologías. Por ejemplo, en este hogar estoy haciendo varias tecnologías: bio-huerto, vivienda ordenada, y estoy adecuando el fogón mejorados, la alacena ecológica, y también el galpón de cuyes para el consumo de mis hijos, familiar. Ahora estoy haciendo también el biodigestor, donde estoy almacenando el excremento del ganado y estoy sacando el líquido biol.

(…) ahora con mi esposa nos damos tareas: primeramente, para educar a nuestros hijos tenemos facilidad porque estamos cerca de ellos, les enseñamos, les apoyamos, les llevamos al colegio, tenemos más tiempo, nos hemos ordenando. Antes no estábamos trabajando así: dejábamos a los niños ir a la escuela, ellos se iban y no estaban conmigo porque me iba al trabajo. Ahora estamos cerca. Los niños se sienten tranquilos, felices, al ver todos eso. Ahora comemos juntamente con los niños.

(…) me he capacitado yo mismo para hacer yo mismo. Mi señora también ha aprendido las cosas: las instalaciones, el trabajo, el mantenimiento. Y ahora también está trabajando apoyando a la comunidad como promotora de salud, para monitorear todas las casas para ver los cambios y cómo se está llegando a otras familias”.

Por último, el testimonio de dos comuneras, que nos permite observar lo que ha supuesto el desarrollo del potencial productivo de las viviendas.

Angélica, Promotora de la misma Comunidad Campesina de Totora, nos habla de la cría de cuyes y de la producción bajo invernadero que realiza en su hogar:

“Antes no sabíamos cómo criar los cuyes, y a veces se morían y no sabíamos cómo utilizar las medicinas (…). Ahora, tras la capacitaciones, sabemos ya cómo curar los cuyes, cómo darles sus alimentos, y cómo darles sus pastos. Con esa crianza, los cuyesitos los llevamos, los vendemos, y algo ya compramos para nuestro hijo. Y aparte de eso, carne también comemos, y a mis hijos también les doy. Comemos y vendemos.

En el invernadero también tengo fresas (…), y ya no compro tanta fruta, porque ellos (mis hijos) ellos ya tiene fruta ahí dentro y todos los días comen. Cuando sus frutitas se acaban, bajan y comen. También tenemos ingresitos: todos los viernes llevamos a Cusco y vendemos y tenemos ingresos. A mis hijitos también les llevamos, que tienen que aprender desde chiquitos. (…) Ellos están mirando y todo lo hacemos junto con ellos: limpieza de galpón, limpieza de los cuartos. A los niños también tenemos que enseñarles, no es sólo para nosotros, ellos también aprender a hacer la limpieza, laverse las manos (…)”.

Y Senobia, en este caso de la Asociación Vallecito de la Comunidad Campesina de Pillao Matao, en el Distrito de San Jerónimo, nos cuenta lo que ha conseguido con la cria de cuyes y otros animales menores:

“Tengo trabajo en mi casa. Diaramente tengo entradas que me benefician para algo, para los estudios de mis hijas. Casi diario vendo: me he puesto un letrerito y mi hija me lo ha colgado en mi facebook. Y tengo más entrada con esa propaganda que me ha hecho mi hija.

A mi esposo ya no le estoy pidiendo. Tengo ya a la hora que quiero mi platita”

Para finalizar este segundo boletín, queremos compartir las principales metas alcanzadas en este eje de intervención.

En primer lugar, destacamos que las 30 familias participantes, cuenta ahora con una buena distribución espacial de sus viviendas y hacen uso adecuado de los ambientes.

También destacamos la disminución en la incidencia de enfermedades parasitarias (10%) y diarreicas agudas (5%) que ha supuesto la dotación de servicios de saneamiento adecuados.

Por otro lado, las familias involucradas observan que el hecho de contar con fogones mejorados, que expulsan adecuadamente el humo generado en la cocina, ha supuesto una bajada clara de la incidencia de enfermedades respiratorias y oculares, las cuales afectan a las mujeres y a las niñas y niños principalmente.

Por ultimo, destacar que al finalizar el programa, las autoridades locales han asumido un compromiso ante las comunidades indígenas rurales implicadas en el programa, para diseñar concertadamente la propuesta de un programa de vivienda rural que beneficie a las comunidades.

01 – Tengo mi platita

02 – Nos vamos a quedar así

03 – Poco a poco estamos mejorando nuestro hogar

04 – Tenemos ingresitos

05 – Nos hemos ordenado

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