# 51

Historia de las mujeres en el África subsahariana

Contexto

CONTEXTUALIZACIÓN DE LA HISTORIA DE LAS MUJERES EN ÁFRICA SUBSAHARIANA

Derechos Humanos de las Mujeres

LAS MUJERES AFRICANAS EN TIEMPOS PRECOLONIALES

Derechos

ESCLAVITUD Y COLONIZACIÓN

Activismo

LUCHAS POR LA LIBERACIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE ESTADOS-NACIÓN

Gobernanza y Sociedad civil

PLANES O PROGRAMAS DE AJUSTE ESTRUCTURAL, CAMBIO EN LAS RELACIONES DE GÉNERO Y RESISTENCIAS FEMENINAS.

Derechos

GLOBALIZACIÓN Y MOVIMIENTOS SOCIALES DE MUJERES POR EL DESARROLLO DE ÁFRICA

Esta revista abordará las aportaciones de las mujeres africanas a la construcción de su conocimiento y del propio continente desde una mirada histórica, perspectivas que resultan fundamentales para entender las realidades africanas y las de sus mujeres. En este sentido, es importante responder a cuestiones sobre las mujeres africanas y su construcción cómo objeto de estudio histórico y distinguiendo cinco fases principales:

La primera tiene que ver con el periodo precolonial. El conocimiento de las sociedades africanas durante este periodo es desconocido para la mayoría de los europeos en la actualidad, debido en parte a las dificultades para encontrar documentación escrita o historia oral. Más desconocido aún ha sido el conocimiento sobre el papel de las mujeres africanas en sus sociedades en el periodo precolonial tan invisible hoy día.

La segunda, nos habla de los procesos de colonización y de esclavitud que incidieron y modificaron enormemente los roles de género y cambiaron de manera drástica la posición de las mujeres africanas en sus sociedades, así como el papel esencial de éstas en la construcción de este periodo histórico a través de sus resistencias, estrategias y participación en las políticas coloniales.

La tercera etapa se relaciona con las diversas posiciones de las mujeres ante las luchas por la liberación nacional así como aquellas que fueron protagonistas en éstas y su relegación a un segundo plano en la construcción de los nuevos estados-nación. Son procesos de gran importancia para reconocer la diversidad de identidades femeninas, por lo cual es fundamental el análisis interseccional y africanizar las formas en que se da a conocer el continente y a sus mujeres.

La cuarta plantea conocer la historia del continente a partir de la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural en los años ochenta y noventa del siglo pasado, así como los efectos de éstos en las relaciones de género y en la vida de las mujeres africanas; una historia que nos hace comprender la situación actual de las relaciones de género y de los hogares, familias y comunidades africanas.

Finalmente, es importantísimo, cómo última y quinta etapa, identificar y reconocer los movimientos sociales de mujeres en el actual contexto de globalización en el continente, movimientos de vital relevancia por sus reivindicaciones y propuestas de cambio, tanto locales, como regionales o internacionales, que luchan por medidas que incidan en el desarrollo de sus pueblos.

Artículos en este número...

  • 1
    CONTEXTUALIZACIÓN DE LA HISTORIA DE LAS MUJERES EN ÁFRICA SUBSAHARIANA
  • 2
    LAS MUJERES AFRICANAS EN TIEMPOS PRECOLONIALES
  • 3
    ESCLAVITUD Y COLONIZACIÓN
  • 4
    LUCHAS POR LA LIBERACIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE ESTADOS-NACIÓN
  • 5
    PLANES O PROGRAMAS DE AJUSTE ESTRUCTURAL, CAMBIO EN LAS RELACIONES DE GÉNERO Y RESISTENCIAS FEMENINAS.
  • 6
    GLOBALIZACIÓN Y MOVIMIENTOS SOCIALES DE MUJERES POR EL DESARROLLO DE ÁFRICA

El continente africano ha sido caracterizado, en general, desde un conocimiento poco adecuado y con una gran falta de información sobre las mujeres de la región. Es difícil encontrar información sobre mujeres protagonistas de cambios históricos y eventos orientados a las mujeres, sus instituciones, sus papeles fundamentales en los procesos de construcción de la paz, etc… Esta escasez de información es debida a la influencia de las diferentes formas de patriarcado que construyen un conocimiento que considera lo que hacen las mujeres de poca importancia, sin relevancia y ninguna influencia en los procesos de cambio social. No es, por tanto, un problema nuevo. A esta invisiblización hay que añadir que cuando se ha tratado de caracterizar a las mujeres africanas se ha tendido a hacerlo desde polaridades extremas (Vietez, 2008).

Así, por ejemplo, encontramos caracterizaciones de éstas como lideresas políticas y reinas madre, o cómo mujeres víctimas de sus culturas, sin considerar la diversidad del continente, la elasticidad de las tradiciones y complejidad y flexibilidad de los sistemas de género africanos.

Para ello, partiremos de una perspectiva transdiscipliar desde obras de las historiadoras, sociólogas, economistas y antropólogas entre otras, para mapear históricamente la situación de las mujeres en el continente. La historia de las mujeres africanas es un tema tan extenso como el continente mismo, que abarca sociedades en más de cincuenta países con diferentes geografías, costumbres sociales, religiones y situaciones históricas. El papel de las mujeres africanas en la historia del continente es no sólo diverso, sino complejo, y en ocasiones controvertido como lo es la propia historia africana.

Caracterizado por sistemas de parentesco diversos, los roles diferentes de las mujeres en los sistemas matrilineales y patrilineales, mujeres de élite, y aquellas en puestos de liderazgo, comerciantes y mujeres del mercado, religiosas, esclavas, mujeres en movimientos de resistencia y mujeres en la política, el liderazgo y el desarrollo que demuestran la gran variedad narrativa sobre el papel de las mujeres en la historia de África. La historiadora Iris Berguer (2013) realiza un mapeo sobre los estudios de las mujeres en la historia africana y reconoce cuatro áreas de interés según los momentos históricos y las áreas geográficas a partir de la década de los cincuenta, de la mano de las teorías de la modernización y el desarrollo: en los años 1970 se rescatan las heroínas olvidadas (reinas, guerreras, comerciantes, curanderas, etc…); en la década de 1980 el primer plano lo ocupan las mujeres marginadas o “underclass” como prostitutas, trabajadoras domésticas, esclavas…; la última década del siglo XX, los noventa, revelan por fin los sujetos “generizados” y los estudios sobre la sexualidad. En ese momento se hace efectivo el concepto género y sus diferencias con el concepto sexo.  

Imagen 1: Mujeres africanas Fuente: https://pxhere.com/es/photo/809920

Normalmente su historia se aborda desde los diversos periodos, incidiendo en su protagonistas como agentes del cambio social:

  • En una primera fase se suele describir el periodo precolonial que es un periodo bastante desconocido sobre Africa Subsahariana y concretamente sobre las mujeres del continente debido a las dificultades para encontrar fuentes históricas.
  • La segunda parte, analiza la esclavitud y el colonialismo como un periodo de distorsión de las realidades de los hombres y  mujeres del continente centrándonos sobre todo en el papel de las mujeres en este periodo.
  • La tercera parte, expone el papel de las mujeres en los procesos de independencia, las controversias y contribuciones en los procesos de descolonización;
  • En la cuarta parte, se presentan el papel de las mujeres en la construcción de los estados nación africanos y las contradicciones y estrategias para acceder a puestos de liderazgo.
  • En la quinta, se muestran las dificultades de las sociedades africanas ante la crisis de los años 1970 y el aumento de las desigualdades impuestas por la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural (en adelante PAE) y las respuestas de las mujeres ante tales dificultades;
  • En la sexta, finalmente, se analizan los movimientos sociales de las mujeres en la actual situación de globalización sin precedentes en el continente, sus organizaciones y liderazgos.

Algo común de todas estas etapas es la complejidad de la posición de las mujeres, dependiendo de su edad, de su estado marital, de las posibilidades económicas, o de si vivan en sociedades matrilineales donde el parentesco viene determinado por línea femenina o patrilineal donde lo marca el hombre (Berguer, 2016).
 

El estudio de las mujeres africanas en el periodo pre-colonial es complicado debido a la falta de fuentes de información. La historiadora KathleenSheldon (2005) señala que “la investigación anterior a 1500 ha descubierto cierta información sobre las sociedades africanas, aunque con frecuencia los materiales no tienen un género específico”. Los materiales existentes no demuestran que la preparación de alimentos o la agricultura fueran actividades exclusivas de hombres o mujeres en la zona de los Grandes Lagos, pero sí parece que vivían en pueblos dispersos con poca jerarquía política. Estudios desde la lingüística histórica muestran la existencia de términos relacionados con el ciclo vital  aparecen entre los años  3000 y 1000 antes de Cristo. 

Por ejemplo, los chicos eran circuncidados como parte de ritos iniciáticos y las chicas no. Ellas participaban en rituales de paso marcados por el hecho maternal desde la pubertad hasta la madurez. La menstruación y la reproducción como resultado del nacimiento de nuevos miembros del clan eran momentos muy importantes pues los cambios en el estatus biológico marcaban la continuidad y expansión de las comunidades.

Algunas pinturas prehistóricas en la zona de Cabo Oeste en Sudáfrica muestran diferencias entre figuras masculinas y femeninas, donde los hombres aparecen con sus arcos de caza y pocas mujeres con otro palo de excavación usado para recolectar raíces y otros alimentos. Los cazadores y recolectores conformaban comunidades a pequeña escala, flexibles y con poca estratificación política y económica y con una construcción de género poco jerárquica. Es claro que hace dos o tres mil años África era un continente fundamentalmente agrícola donde la producción era a largo plazo y se basaba en granos como el sorgo, el maíz, el trigo o las bananas. La centralidad de la agricultura conduce a otras características importantes de la mayoría de las sociedades africanas, como el control de la tierra y del trabajo por los grupos de parientes y clanes. En la mayor parte de África, la tierra no era propiedad de individuo, sino de un grupo social que poseía los derechos de acceso a la misma. El uso de parcelas concretas de tierra se distribuía según la decisión de los líderes del grupo, que usualmente, aunque no siempre, eran los hombres mayores. El liderazgo estaba entrelazado con el control sobre el trabajo de las mujeres y el arreglo de las familias a través del matrimonio.  Uno de los marcadores centrales de etnicidad es a través del parentesco, que está íntimamente relacionado con las mujeres a través de las ideas sociales sobre el matrimonio y parentesco.

El conocimiento de las sociedades africanas antiguas de cazadores y recolectores ha mostrado los roles centrales de las mujeres políticamente y materialmente, participando en la supervivencia física de sus comunidades y tomando decisiones diarias y en los rituales que aseguraban la continuidad cohesionada del grupo (Sheldom, 2017).
 

Los europeos empezaron a llegar a África en el siglo XV, estableciéndose con mayor frecuencia en enclaves costeros, pero no fue hasta finales del siglo XIX que las naciones europeas de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, España y Portugal se reunieron en la famosa conferencia en Berlín en 1884–1885 y dividieron áreas de influencia entre ellos. Como ya señalaba Bradfor en 1996, las mujeres africanas fueron completamente ignoradas por la colonización y su existencia a menudo es negada conceptualmente, siendo sus roles descritos desde percepciones etnocéntricas que las han situado en sistemas de género rígidos y esencializados, obviando el dinamismo sociocultural del género.


En este sentido, nos referimos al periodo colonial teniendo en cuenta las formas en que las mujeres negociaron el grado de fuerzas políticas, económicas y sociales que implicó la colonización: desde el gobierno europeo, las misiones, los impuestos, los cultivos en efectivo hasta la biomedicina, la migración de blancos, los asentamientos de blancos, los discursos de poder racializados. Sin embargo en casi la mayoría de relatos nos encontramos una imagen socavada de las mujeres africanas como víctimas desgraciadas que contrasta con sus viajes, negocios, sus luchas, relaciones familiares a través de las que las mujeres africanas fueron agentes activas en la creación del mundo colonial (Alman,GeigeryMusisis, 2002).

Esclavitud

El estudio de la esclavitud, como nos indica Sheldon, es un área de estudio que se ha podido investigar gracias a las fuentes escritas de los comerciantes. Los esclavos dentro de África han sido mayormente mujeres y los hombres destinados al comercio internacional, o en casos donde los esclavos eran cautivos, las mujeres eran integradas en la nueva sociedad, mientras ellos eran asesinados por considerarlos enemigos. Las mujeres también fueron propietarias de esclavos, especialmente en aquellas áreas donde tuvieron la oportunidad de acumular riqueza a través del comercio y el mercado de trabajo. No solamente tenían recursos para la adquisición de esclavos sino que necesitaban mano de obra adicional. De esta forma, la esclavitud africana puede ser descrita como un continuo control sobre la gente (Sheldon, 2016).

En muchas sociedades se aceptó empeñar esclavos como forma de reparar débitos o reconocer una afiliación o relación de dependencia. Tales prácticas, mientras que situaban inicialmente a las personas en situaciones de esclavitud, podrían ofrecer una gran oportunidad a la gente para salirse de su situación, que era común en el norte y el sur de América. Pero un aspecto complicado del control masculino sobre el trabajo de las mujeres significó que las mujeres eran mas vulnerables a la captura, al empeño y esclavismo, especialmente en áreas donde eran dependientes de los hombres para acceder a la tierra. Esto significó que en algunas áreas había grupos de personas consideradas marginales quieren fueron responsables de ser vendidos a europeos y arrastrados al comercio internacional de esclavos.

Imagen 1. Caricatura de SaartjieBartman por William Heath. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Sarah_Baartman#/media/File:A_Pair_of_Broad_Bottoms.jpg

Imagen 2. Caricatura de SaartjieBartman por William Heath. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Sarah_Baartman#/media/File:A_Pair_of_Broad_Bottoms.jpg

Margaret Jean Hay (1988) en su artículo "Queens, Prostitutes and Peasants: Historical Perspectiveson African Women, 1971-1986", explica a través de diversos estudios cómo la presencia del comercio de esclavos y de esclavos domésticos tuvo importantes implicaciones para las mujeres africanas. En ocasiones la historia de la esclavitud se cruza con la de las esposas. Por ejemplo en el norte de Sudán, donde las mujeres habían sido previamente una parte importante de la producción agrícola, JaySpaulding ha demostrado cómo la presencia y el costo de los esclavos llevó a los hombres a sustituir el trabajo esclavo por el trabajo de sus esposas en la agricultura, usándolo al mismo tiempo como una forma de imponer  un "aislamiento honorable" a sus esposas. En las zonas de África central y meridional donde el comercio de esclavos fue interrumpido en el siglo XIX, Marcia Wright (1983a y 1984) ha argumentado que la capacidad de los hombres para adquirir esclavos como esposas y vender a sus esposas como esclavas cambiaron los roles de ambos -esposas y esclavos- e hizo a todas las mujeres más vulnerables.

SARA BAARTMAN
Fue una conocida mujer sudafricana Khoikhoi que fue exhibida como atracciones de espectáculos anormales en la Europa del siglo XIX bajo el nombre de Hottentot Venus siguiendo la ideología racista y sexistas de los colonos del siglo XIX . 
De acuerdo con los estudios de las feministas contemporáneas, la iconografía tradicional y las ilustraciones históricas de Baartman revelan la representación ideológica de las mujeres negras en el arte a lo largo de la historia. Tales estudios evalúan cómo se definió institucional y científicamente la iconografía tradicional del cuerpo femenino negro en el siglo XIX (Gilman, 1995). Para más información sobre Sara Baartman leer Clifton Crais& Pamela Scully (2009). Sara Baartman and theHottentot Venus: A GhostStory and a Biography. Princeton University Press.

También existen dos películas al respecto 
•    AbdellatifKechiche: Vénusnoire (Black Venus). Paris: MK2, 2009. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=DKLMzAlZyi4
•    Zola Maseko: Thelife and times of Sara Baartman. Icarus, 1998

Cambio en la división sexual del trabajo y los roles de género

Los estudios sobre el trabajo de las mujeres durante el período colonial han mostrado que perdieron poder y autonomía económica con la llegada de los cultivos comerciales y al ser excluidas del mercado global. La imposición de sistemas de género a la “europea” perjudicó enormemente la posición social de las mujeres africanas modificando la división sexual del trabajo y los roles de género. En este sentido, se impuso el uso de la mano de obra masculina africana en las plantaciones de cultivos comerciales, dejando a las mujeres al cuidado de los hogares, familias y comunidades. Esta división creó la asociación de los cultivos comerciales con los hombres y de los de subsistencia con las mujeres, asociación que va a perdurar hasta la actualidad, perjudicando la capacidad de generar ingresos a partir de ellos, a pesar de que las mujeres también trabajen con actividades específicas en la producción de cultivos comerciales (Chachage y Mbilinyi 2003).

Al mismo tiempo, los hombres y el comercio internacional se beneficiaron porque usaron el trabajo no remunerado de las mujeres, aunque la dinámica varía de un lugar a otro. Como explica Sheldon (2017), por ejemplo, en Ghana, cuando los árboles de cacao se introdujeron por parte de los colonos y quedó claro que este cultivo para la exportación era un negocio lucrativo, los hombres compraron tierras que dedicaban a la plantación de cacao. En la mayoría de los casos, compraron la tierra a crédito con parientes femeninos como garantía, de modo que si el hombre no podía pagar el préstamo, las mujeres eran empeñadas o transferidas al acreedor. En el caso de Tanzania, el café fue el cultivo estrella introducido por los alemanes primero y continuado por los británicos después, usando mano de obra principalmente masculina en las plantaciones. Aquellos hombres que cultivaban café en sus huertas usaban la mano de obra femenina para la recolecta, el lavado y el secado del café, aunque los beneficios eran para ellos (Manzanera y Lizárraga, 2017).

Aunque algunas mujeres eran propietarias de tierras, estaban en minoría, a pesar de realizar casi todo el trabajo agrícola que alimentaba a sus familias. En Senegal y Gambia las mujeres habían cultivado durante mucho tiempo arroz y cuando los cacahuetes se agregaron al calendario agrícola, el resultado fue un cambio en los patrones de propiedad de la tierra. Las mujeres continuaron cultivando alimentos de subsistencia y también contribuyeron con su mano de obra a la producción de arroz, adaptándose a los cambios aunque eran los hombres los que controlaban los ingresos generados por la venta de ese arroz, que en la temporada agrícola, se usaba para alimentar a los trabajadores extranjeros traídos a trabajar en los campos de cacahuetes.

En otros lugares, las mujeres continuaban su trabajo cultivando alimentos para el consumo de su familia, mientras que los hombres entraron en la economía colonial, ganando salarios trabajando en plantaciones de té y algodón o, en el sur de África, yendo a trabajar bajo contrato a las minas de oro, diamantes y cobre, incidiendo al mismo tiempo en la formación de nuevas clases sociales.

Por ejemplo, en el caso de Ciudad del Cabo en 1820, se otorgó a los colonos británicos recién llegados cien acres por cada veintitrés inmigrantes. Sin embargo, esta opción no estaba disponible en el caso de las mujeres inmigrantes. Décadas más tarde, supuestamente hubo un florecimiento de un campesinado africano que mostraba una ética individualista donde los campesinos de clases medias serán considerados como votantes mientras la inmensa mayoría de campesinos pobres, sobrevivieron participando en el sistema de trabajo migrante. 

El endeudamiento era el dispositivo crucial para separar a los campesinos de los medios de producción. Sin embargo, a pesar de la votación, y la gran cantidad de trabajadores migrantes, solo estaban abiertos a los hombres. La mayoría de las mujeres campesinas habían sido separadas de los medios de producción clave. Como menores legales, no podían por ley contraer deudas y su capacidad de autonomía, quedó dependiendo de los hombres (Bradford, 1996).

 

Imagen 3. La población africana en la nueva España Fuente: http://pep.ieepo.oaxaca.gob.mx/recursos/multimedia/SEPIENSA_conectate_y_aprende/contenidos/h_mexicanas/colonia/poblacion_africana/africanos_2.html

Las autoridades coloniales desconfiaban de las mujeres que se encontraban en zonas urbanas introduciendo leyes para controlar el movimiento de mujeres solas. Los pases eran documentos que se requerían en muchas partes del África colonial para que hombres y mujeres se muden de sus zonas de residencia. Por lo general, a las mujeres se les permitía emigrar con parientes varones, siguiendo las representaciones de género occidentales de los colonos, que creían que las mujeres eran controladas por esos hombres. Hay casos en que los hombres africanos apoyaron los esfuerzos coloniales para monitorear los movimientos de mujeres, para que las mujeres estén bajo el escrutinio de los hombres locales y las autoridades europeas que tenían unas ideas muy claras sobre cuál era la residencia adecuada de las mujeres, y deseaban restringir su comportamiento, ocupación,y la capacidad de viajar (Sheldon, 2017).

Aún más, los hombres y el comercio internacional se beneficiaron porque pudieron confiar hasta cierto punto en el trabajo no remunerado de las mujeres, aunque la dinámica variara de un lugar a otro. En algunas áreas, la introducción de cultivos comerciales condujo a cambios en el trabajo agrícola de las mujeres y en el control de los hombres sobre las tierras. En otras áreas, las mujeres típicamente continuaron su trabajo cultivando alimentos para el consumo de su familia, mientras que los hombres ganaban salarios trabajando en plantaciones de té y algodón o, en África central y meridional, trabajando en minas de oro, diamantes y cobre. Algunas mujeres se mudaron a las comunidades urbanas de nuevo desarrollo en busca de nuevas oportunidades, aunque la mayoría permaneció en las áreas rurales. El análisis del desarrollo de los sistemas legales bajo el colonialismo sugiere que las mujeres estaban en desventaja, ya que se establecieron leyes "consuetudinarias" basadas en el testimonio masculino que dio a los hombres, y especialmente a los hombres de élite, ventajas sobre las mujeres en cuestiones de matrimonio y divorcio. La actividad política precolonial de las mujeres fue generalmente ignorada por las autoridades coloniales, quienes se volvieron exclusivamente a los hombres cuando establecieron oficinas políticas locales. En muchas partes de África occidental, las mujeres eran miembros de asociaciones dirigidas por y para mujeres, lo que les daba la última palabra en las disputas sobre los mercados o la agricultura. Los agentes coloniales, casi siempre hombres, ignoraron esa realidad lo que, cómo veremos en el siguiente apartado, fue utilizado por las mujeres para rebelarse contra el régimen colonial y ser agentes clave en los procesos de independencia. 

Medidas de desarrollo colonial y misiones cristianas: género, clase y solidaridad femenina

La introducción del cristianismo y de la ideología occidental influyeron enormemente para que las mujeres tomaran una posición secundaria en el ámbito del liderazgo educativo y religioso. Esta situación se profundizó a partir de la implantación de medidas de desarrollo social tras la Segunda Guerra Mundial, cuya ejecución fue distinta según las metrópolis y los intereses diversos, en ocasiones contradictorios entre metrópolis, administradores coloniales locales y líderes africanos.

Estas medidas se dirigieron fundamentalmente a las familias de los líderes locales con el fin de ganarse su adhesión. En las colonias francesas las medidas educativas dirigidas a las mujeres siguieron el sistema metropolitano (Díaz y Rivas, 2007). En las británicas, se implementaron campañas de educación masivas, generalmente alfabetización, incorporándole poco a poco otros proyectos como los clubes de mujeres. Algunos autores han sugerido que la apertura a la implantación de medidas de desarrollo social rural se debió más al miedo de que los brotes de violencia aparecida en el continente contra las administraciones coloniales -como la Rebelión Mau-Mau en Kenia o la Guerra de las Mujeres en Nigeria- se extendieran, más que a un interés real por la mejora de la vida de las gentes africanas (Geiger, 1997; Manzanera, 2012). Otros apuntan a que el desarrollo social hay que enmarcarlo dentro del contexto de un muy débil control de los oficiales locales por parte de la metrópoli, un pensamiento racista y un diálogo muy lento entre las colonias y las metrópolis donde los expertos de desarrollo social se subordinaron a los intereses de la administración local (Ecker, 2004). En cualquier caso las medidas educativas mayormente aceptadas por las mujeres (Geiger, 1997), conllevaban la posibilidad de ocupar puestos en la administración a través del fomento de un modelo de mujer ubicada en el ámbito doméstico siguiendo el modelo femenino europeo del momento.

Imagen 4: Plantación en Tanzania Fuente: http://www.fao.org/3/u4200s/u4200s0o.jpg

A pesar de la expansión de la alfabetización, el acceso a la educación secundaria y superior fueron muy limitados. Fueron pocos los hombres africanos que lograron ocupar altos cargos en la burocracia del Estado y casi inexistentes las mujeres ya que para tales ocupaciones era necesario certificados de nivel siete o estudios universitarios. La clara demarcación de género de las nuevas ocupaciones se hizo, de acuerdo con Maddoz y Giblin, “subordinando el conocimiento local  a la racionalidad del conocimiento de “Occidente”, y al mismo tiempo confinando a los actores políticos africanos a unos campos de acción altamente localizados” (2005:4). La desigualdad de género que situaba a las mujeres en determinadas posiciones dentro de la escala ocupacional de manera desigual con respecto a los hombres fue reforzada. Los jefes y sus familias debían ser los primeros en incluirse en tales campañas. Los hombres por una parte y la administración colonial por otra, redujeron la calidad de vida de las mujeres aumentando sus responsabilidades en las esferas productivas, reproductivas y comunitarias e invisibilizando su valor. El nuevo modelo de familia que se trató de imponer en el territorio no hacía más que entrar en contradicción con la organización social y económica que el sistema de familia africano conllevaba.

Con ello aparecía un nuevo esquema “hibridado” que ejercía más y más presión sobre el trabajo de las mujeres. Las dificultades para seguir con las campañas de alfabetización comenzaron pronto. Las autoridades, sin embargo, estaban cada vez más recelosas de las poblaciones educadas que ahora podían participar en los mismos términos y con el mismo lenguaje sobre la administración y las medidas políticas, económicas y sociales que se estaban llevando en el territorio. Por otra parte, la falta de interés de las poblaciones debido en parte a la lejanía que estos programas mostraban ante las preocupaciones reales de la gente, junto con las dificultades económicas que las políticas de desarrollo rural imponían, los hacía cada vez menos sostenibles.

Las medidas de desarrollo social fueron promocionando el desarrollo de clubes de mujeres para que éstas fueran educadas según los cánones europeos y así suministrar esposas “adecuadas” a los hombres que trabajaban en la administración. Una nueva burguesía de africanos y africanas en se estaba creando a través de la implementación de estas medidas y al mismo tiempo a través del rechazo a éstas. Sobre este aspecto ha habido y sigue habiendo controversias; sin embargo, un aspecto es claro: ya fueran estas medidas, por un lado, respuestas de los intereses coloniales -a partir de 1945- a sus demandas de cuerpos africanos para continuar con su Administración colonial o, por otro lado, respuestas para la preparación de cuerpos africanos formados para ocupar una futura administración independiente, la cuestión es que el papel adjudicado a las mujeres en ambos proyectos fue el de actrices secundarias a la sombra de los hombres.

Clubes de Mujeres:  políticas de domesticación y modernización de las mujeres africanas. 

Los clubes de mujeres nacieron de las organizaciones para el entretenimiento de las esposas e hijas de los colonos británicos. Más tarde establecieron como objetivo “civilizar” a  las mujeres nativas. La fórmula era la formación en tareas del hogar y formación sobre pequeñas actividades comerciales tales como la realización y venta de jerseys de lana o de alfombras tradicionales. Así se dejaban e lado, por una parte, los problemas reales que las mujeres tradicionalmente tenían y, por otro, aquellos nuevos aparecidos a partir de las políticas coloniales establecidas.Inicialmente llevaron a cabo actividades de recreo, la realización de publicaciones periódicas de las actividades, etc., sólo para los de ser descendientes “puros” de Europeos.A partir de la década de 1950, estas organizaciones, tratarían de llegar a las mujeres africanas con el propósito de “animar la existencia de las buenas relaciones raciales a través de promover la simpatía de pensamiento, realizar propuestas y mejorar las condiciones de vida como un seguro para cualquier niño y su desarrollo”. Su objetivo era el de coordinar las actividades de todas las sociedades de mujeres que trabajan en pro del bienestar y trabajo social haciendo especial hincapié en la ayuda para el establecimiento de clubes de mujeres africanas. Los clubes deberían servir para concienciar a las mujeres sobre el “aumento del gozo de sus vidas” a través de actividades de autoayuda. Partían de la concepción liberal del individuo de las sociedades de clases burguesas en Europa donde las situaciones de desigualdad eran naturalizadas como aspecto intrínseco al individuo, al que le era asignada tal situación por nacimiento.

En este contexto las mujeres tomaban iniciativas caritativas propias de los roles, que según las convenciones de la época les atribuían y de acuerdo con las nuevas relaciones de género, que el nuevo modelo de sociedad imponía (Escobar, 2002; Manzanera, 2009). La propuesta general del trabajo con mujeres era la conversión de las mujeres africanas al modelo femenino europeo convencional que las situaba en el espacio de los hogares como madres y esposas y a su vez como única identidad, suministradoras de cultivos para el hogar y alejadas de las relaciones de mercado que los hombres africanos estaban acaparando.

Estas organizaciones al igual que las campañas de alfabetización se dirigieron a aquellas mujeres hijas de líderes africanos o residentes en las poblaciones urbanas o periurbanas que los colonos establecieron. Además eran mujeres generalmente cristianas o convertidas al cristianismo. Otro de los objetivos de los clubes era suministrar esposas “adecuadas” a los nuevos jefes, técnicos y futuros administradores. 

Carta de un estudiante a las mujeres de su región en Tanzania.

Educación de Chicas en el Distrito de Rungwe.


Gastaría usted un espacio en el periódico de NyakusaLembuka para que pudiera escribir algunos aspectos sobre el título que se indica arriba.Ello me dirige con sorpresa cuando oí a las chicas del distrito de Rungwe decir “me quiero casar con un chico educado”, sin embargo, cuando pregunto a algunas de ellas si están educadas o no, la respuesta es siempre si y no.Una chica del Distrito de Rungwe que responde con un no debería exigírsele pensar en que la educación es sólo para los chicos, y esto tampoco debería limitar a las chicas pensar que la educación para ellas se prefiere que sea sólo desde el nivel 1 al 7 y que sabiendo cómo leer y escribir no es el arte de leer y escribir, pero es también una causa de tener el conocimiento sobre algunas cosas, buen carácter y maneras y poder para poder hacer una vida. Quizás yo malinterpreto que tu quieras casarte con un chico de escuela. No es deseable casarse con un chico educado si tú no estas educada. Debes tener cuidado con el arte de pensar que casándote con un chico educado te preferiría a ti si no sabes nada sobre el hogar. Nosotros los chicos-de-escuela queremos casarnos con chicas educadas por muchas razones las cuales espero que aparezcan en el próximo tema. Deberíamos estar agradecidos si nuestros padres cambian sus mentes para permitir a sus hijas ser altamente educadas. Nosotros fuera estuvimos contentos de oír a la Señora Bertha Akim del Colegio universitario de Makerere y felicitamos a su padre por el esfuerzo y animo que ha puesto en su hija y sobre su fuerte deseo para su educación superior.


Deseándole buena suerte. Oh! Queridas chicas del distrito de Rungwe y cierro aquí,
Vuestro, Jackson Joseph Sichali. LUKASA

Melinda Adams (2006) indica que las políticas coloniales dirigidas a las mujeres no fueron solamente en detrimento de las mujeres africanas a través de su domestificación. Por el contrario, algunas de ellas tuvieron el efecto de empoderamiento ya que muchas de las mujeres que accedieron a tales medidas las utilizaron a través de su agencia para socavar las políticas coloniales y el patriarcado de sus propias sociedades usándolas en su propio interés. Estamos de acuerdo con la autora en que la “clase, el contexto, la religión y la administración colonial fueron importantes variables que influenciaron cómo estas ideologías afectaron a mujeres específicas. En ciertos contextos, ideologías de domesticidad fueron atenuadas por otras políticas que buscaban explícitamente aumentar la participación de las mujeres en el espacio público. Además las mujeres africanas frecuentemente subvertían estas ideologías domésticas, cogiendo lo que era útil y dejaban el resto detrás”. Tenemos que añadir, sin embargo, que aquellas que no tuvieron acceso a tales medidas fueron marginadas por estas políticas y no tuvieron ninguna posibilidad de agenciarse de ellas. Más aún esta imposibilidad marcará sus posiciones en la posterior etapa de las independencias así como la de las futuras generaciones. Nos referimos específicamente a las mujeres pertenecientes a las comunidades rurales y más concretamente islámicas. Aquellas que se beneficiaron de estas medidas fueron generalmente mujeres e hijas de los jefes que sirvieron a los intereses coloniales. Probablemente a pesar de que su participación respondía a estos intereses más tarde también las situaría en posiciones privilegiadas dentro de la escala social  y ocupacional de las nuevas clases emergentes en el periodo post-colonial.El modelo de familia como construcción y representación ideológica que se desprendía desde estos clubes reforzaban de nuevo el de la familia nuclear con un padre, una madre e hijos y con el hombre como único cabeza de familia, proveedor y administrador de los recursos del y en el hogar. 

La propuesta es ahora la de dejar en manos de las poblaciones africanas su propio desarrollo. El poco realismo de estas políticas sobre la vida de las poblaciones africanas y la contradicción en la definición de conceptos como el de hogar y familia, junto con aspectos como los roles de género existentes, llevaron al fracaso de estas medidas y al descontento de una cada vez mayor cantidad de población africana en el continente.


 

El papel político, de liderazgo y resistencia de las mujeres en las organizaciones anticoloniales y nacionalistas ofrecen evidencias adicionales de una comunidad vibrante de mujeres que fueron fundamentales para el éxito final de esos movimientos. La resistencia de las mujeres en las organizaciones anticoloniales y nacionalistas se impusierona lo largo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Las mujeres reclamaron posiciones de poder y liderazgo en sus comunidades de todo el continente y algunas de ellas emergieron como gobernantes porque representaban familias reales establecidas, otras usaron sus posiciones de líderes dados sus roles habituales como autoridades religiosas. Otras, siguiendo laideología colonial que las suponía fuera de toda actividad política lo usaron para saltarse restricciones y quedar fuera de sospechas de actividad política opositora al régimen colonial (Manzanera, 2012). La rica y dinámica actividad política precolonial de las mujeres subsaharianas fue ignorada por las autoridades coloniales, quienes miraron exclusivamente a los hombres para elestablecimiento de oficinas políticas locales.

Imagen 5: Caricatura de la época de la desconolonización Fuente: https://sites.google.com/site/curshistoriacontemporania/el-proceso-de-descolonizacin

En muchas partes de África occidental, las mujeres habían participado en organizaciones locales gestionadas por y para mujeres como ya dijimos (Clarck, 2018).Los grupos de mujeres eran vistos como complementarios a los hombres dentro de la comunidad. Los agentes coloniales, casi siempre hombres, ignoraron esa realidad. Las mujeres desempeñaron un papel central, aunque a veces no reconocido, en la resistencia temprana al gobierno colonial. Una de las acciones más conocidas ocurrió en 1929 en Aba, en el sureste de Nigeria, o la Guerra del MauMau en Kenia, pero hubo muchos otros eventos donde las mujeres protestaron públicamente contra la opresión colonial y contribuyeron al desarrollo del nacionalismo y los partidos políticos (ver tabla 1). La escasa literatura sobre la participación de las mujeres en estas resistencias ha invisibilizado las iniciativas políticas de las mujeres y sus protestas contra los cambios económicos y culturales, ocultando los efectos negativos del colonialismo sobre ellas. Además, ignorar el activismo político femenino oscurece el proceso que ha ampliado la participación política para permitir la inclusión de mujeres políticas en la África postcolonial.

LA GUERRA DE LAS MUJERES, ABA, NIGERIA

En Aba, Nigeria, La guerra de mujeres, o también conocida cómo los disturbios de mujeres de Aba, fue un período de motines en la Nigeria británica en noviembre de 1929. Las protestas estallaron cuando miles de mujeres Igbo del distrito de Bende, Umuahia y otros lugares en el este de Nigeria viajaron a la ciudad de Oloko para protestar contra los Warrant Chiefs, a quienes acusaron de restringir el papel de las mujeres en el gobierno. Los disturbios de mujeres de Aba de 1929, como fue nombrado en los registros coloniales británicos, se considera más acertadamente una revuelta anticolonial ejecutada estratégicamente por mujeres para reparar las reclamaciones sociales, políticas y económicas. La protesta incluyó a mujeres de seis grupos étnicos (Ibibio, Andoni, Orgoni, Bonny, Opobo y Igbo). Fue organizado y dirigido por las mujeres rurales de las provincias de Owerri y Calabar. Durante los eventos, muchos Warrant Chiefs fueronobligados a renunciar y 16 Tribunales Nacionales fueron atacados, y destruidos. En 2018 Naciones Unidas reconoció los disturbios de Aba Women de 1929 como un notable movimiento liderado por mujeres en el mundo.

Algunas mujeres actuaronusando su posición como líderes espirituales, mientras que otras fueron más abiertamente políticas al oponerse a los impuestos o las intromisiones en su trabajo agrícola. Las asociaciones de mujeres, incluidas las organizaciones auxiliares de mujeres que se formaron dentro de organizaciones políticas masculinas, estuvieron activas en las décadas previas a la Segunda Guerra Mundial. Desde los primeros años, los africanos resistieron el creciente control que los europeos ejercían sobre las sociedades africanas. Los movimientos nacionalistas modernos ganaron fuerza a comienzos del siglo XX cuando las organizaciones de todo el continente presionaron por el control político local de África. 

REVUELTAS DE MAU MAU EN KENIA


Los efectos de las políticas de alineación de tierras, la obligatoriedad del trabajo comunal, los impuestos junto con los problemas de la circuncisión femenina, las prácticas laborales injustas, la falta de educación adecuada y la exclusión de la política, llevaron a las mujeres a la promoción del nacionalismo keniata. Afectadas por las leyes coloniales, las mujeres, mucho antes que MauMau, habían registrado su protesta contra estas leyes. Sin embargo, los funcionarios coloniales no las trataron como parte de la creciente ola de protestas ya presentes desde la década de 1920. Las mujeres habían organizado el trabajo en las fincas de café. Estas huelgas, en particular una en 1947, fueron rechazadas por ser causadas por agitadores masculinos (Presley 1986a, I29-I48). Otro incidente importante ocurrió en 1947 y 1948, cuando las mujeres del Distrito Fort Hall participaron en lo que se denominó "La revuelta de las mujeres ". Esta fue una protesta contra un plan de desarrollo rural que pretendía que las mujeres cavaran terrazas en sus campos con el fin de conservar el suelo. Según el informe de Corfield, esta protesta fue iniciada por la Unión Africana de Kenia. En una reunión masiva, se llegó a un acuerdo de que las mujeres no participarían en este proyecto del gobierno. El apoyo de las mujeres fue unánime y poco después el trabajo comunal está prácticamente estancado (Corfield 1966). La participación de las mujeres en la política de la arena pública era, de hecho, ajena a la costumbre de Kikuyu. El colonialismo cambió los roles políticos de las mujeres. Este cambio se produjo veinte años antes que MauMau. Pequeños grupos de mujeres se convirtieron en nacionalistas en los años treinta. Durante los siguientes veinte años, reclutaron miles de mujeres a la causa de los nacionalistas. Las mujeres obtuvieron el reconocimiento de las principales asociaciones nacionalistas, la Asociación Central Kikuyu (KCA) y la Unión Africana de Kenia (KAU). Sus roles en la rebelión de MauMau fueron tan multifacéticos como la propia revuelta. Las mujeres tenían la responsabilidad principal de la organización y el mantenimiento de las líneas de suministro que dirigían alimentos, medicamentos, armas e información a las fuerzas forestales. También fueron las principales reclutadoras para MauMau. Ellas oficiaban y participaban en las ceremonias de juramento (Corfield 1966: 84). 

Algunas mujeres actuaronusando su posición como líderes espirituales, mientras que otras fueron más abiertamente políticas al oponerse a los impuestos o las intromisiones en su trabajo agrícola. Las asociaciones de mujeres, incluidas las organizaciones auxiliares de mujeres que se formaron dentro de organizaciones políticas masculinas, estuvieron activas en las décadas previas a la Segunda Guerra Mundial. Desde los primeros años, los africanos resistieron el creciente control que los europeos ejercían sobre las sociedades africanas. Los movimientos nacionalistas modernos ganaron fuerza a comienzos del siglo XX cuando las organizaciones de todo el continente presionaron por el control político local de África. 

En otros países cómo Tanzania las activistas de TANU con frecuencia compartían otras características, en particular parentesco mixto y matrimonios, y la falta de identificación o interés en política y preocupaciones parroquiales, e importantes relaciones relacionales con mujeres fuera de sus familias inmediatas. Nyerere y TANU, como político partido, proporcionó una ideología y organización que afirmó muchos de los conceptos que vivieron las mujeres. Nyerere no enseñó el nacionalismo a mujeres activistas, por el contrario, las mujeres activistas evocaron, crearon y realizaron el nacionalismo que Nyerere necesitaba para hacer de TANU un creíble y exitoso movimiento nacionalista. Las mujeres trajeron a TANU lo que Robinson ha denominado como “cultura política” la cual en sus análisis está basada en hábitos comunitarios, costumbres y símbolos relacionados con el poder, la autoridad, la participación y representación que se puede alterar con el tiempo a través de un proceso de aprendizaje político (en Geiguer, 2002:212). Mujeres bailarinas de grupos tradicionales se convirtieron en fervientes nacionalistas de TANU, transformando la expresión artística en expresión política a través de una red altamente politizada de intercambio de información, de anuncios sobre las marchas de TANU, y la recolecta de dinero para el partido. Todo ello fuera del alcance de los colonos quienes no se les ocurrió asociar las asociaciones de baile de mujeres como un vehículo de la movilización nacionalista.

Imagen 6. Rebelión de Anlu. Fuente: https://historiadeafrica.com/rebelion-de-anlu-la-protesta-anticolonial-de-las-mujeres-kom-camerun/

A pesar del prominente papel de las mujeres en los movimientos nacionalistas, la historiografía ha caracterizado el nacionalismo africano cómo masculino (Geiger, 1986). Aili Mari Tripp relata cómo una parte importante de la historia de la movilización de mujeres en Uganda desde 1945 hasta 1962 ha estado fuertemente asociado a las movilizaciones de mujeres a través de líneas raciales que desafiaron activamente las ideologías racistas de maneras que eran menos evidentes en las asociaciones de hombres. Mujeres africanas, europeas y asiáticas trabajaron juntas en organizaciones desarrollando una ideología no racial que proporcionara la unión entre ellas y tratando de promover a los derechos de las mujeres ugandesas.

LAS MUJERES DE COM, CAMERÚN


Las mujeres Kom en el oeste de Camerún lanzaron una revuelta en 1958 conocida como la Rebelión de Anlu en los campos de Bamenda. El área se denominó Camerún del sur británico ya que los administradores británicos tenían el control del mismo. Las mujeres estaban furiosas por los rumores de que un partido político camerunés, el Congreso Nacional de Kamerun (KNC), estaba considerando vender la tierra de Kom a los Igbos de Nigeria. La imposición colonial británica del tipo de práctica agrícola de contorno horizontal profundizó sus quejas porque subvirtió las prácticas agrícolas predominantes de las mujeres. Anlu, una organización de mujeres de siglos de antigüedad, expresó el descontento. Durante tres años, las mujeres se desnudaron frente a los funcionarios británicos estupefactos y se pintaron con polvo y aceite rojo. Mientras que los hombres locales de Camerún conocían que la vista de la vagina es un mal presagio, y entendieron la gravedad de la revuelta, los funcionarios británicos no tenían idea de lo que vendría. La campaña, fue descrita como "reinado del terror", duró desde 1958 hasta 1961 (TchoutaMougoué, 2018)

Una de las razones por las que estos vínculos se formaron de una manera más evidente que en otras partes de África fue el hecho de que las mujeres líderes africanas tenían una educación comparable a la de las mujeres europeas en Uganda en ese momento y algunas de las mujeres africanas con formación universitaria eran iguales. Mejor educados que sus colegas europeos y asiáticos, aquellas mujeres africanas que habían obtenido una educación universitaria en Inglaterra compartían algunas afinidades culturales con las británicas, lo que facilitaba sus relaciones sociales. La educación para mujeres en Uganda tuvo una ventaja inicial en comparación con otras colonias como resultado de los esfuerzos iniciales de las mujeres misioneras, especialmente la Sociedad Misionera de la Iglesia Anglicana. Las mujeres ugandesas ya asistían a escuelas secundarias a fines de la década de 1930 e ingresaron a Makerere College a principios de 1945. En los países vecinos de Tanganyika y Kenia, las niñas no empezaron a adquirir educación secundaria hasta finales de la década de 1940 y fue mucho más tarde cuando ingresaron a la universidad. Los retrasos en la educación de las mujeres fueron aún mayores en las colonias de Francia, Bélgica y Portugal. Aunque estas relaciones no siempre fueron fáciles fueron los precedentes del actual movimiento de mujeres en Uganda uno de los movimientos sociales y políticos más poderosos en África. La desaparición de la dominación colonial británica y el cierre del capítulo del gobierno británico en el protectorado de Uganda proporcionaron un importante telón de fondo para estas relaciones interraciales entre las mujeres. El papel de los europeos se definió cada vez más como la supervisión de la introducción de una nueva era en la que los africanos eran gobernantes y debían estar a cargo de su propio destino político (Tripp, 2001).

Si bien las luchas por la independencia de los años 1940 y 1950 fueron en gran parte pacíficas, en algunas partes de África, la independencia en algunos casos se alcanzó, lamentablemente, a través de la lucha armada liderada por los movimientos de liberación nacional. En las colonias portuguesas de Guinea-Bissau, Cabo Verde, Angola y Mozambique, así como en Zimbabwe, Namibia y Sudáfrica, la independencia solo se ganó después de años, en algunos casos, décadas, de lucha armada. Las mujeres africanas participaron activamente en estas guerras de liberación. En Zimbabwe, había hasta diez mil mujeres reclutadas en el ala armada de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU). Visibles no solo en sus números sino también en las diversas actividades en las que participaron lo simultaneaban con actividades domésticas, como proporcionar alimentos para el ejército.

Tabla 1. Ejemplos de protestas encabezadas por mujeres contra las políticas coloniales

La construcción del Estado-Nación

La mayoría de los países africanos lograron la independencia del gobierno colonial desde principios hasta mediados de los años sesenta. Tras las luchas por la liberación las mujeres fueron,paradójicamente, dejadas en un segundo plano en la construcción de los nuevos estados-nación. En ocasiones las reivindicaciones de las mujeres se vehicularon a través de la creación de secciones femeninas dentro de los nuevos partidos nacionales. Como explica SusanGeiger (2003) en el caso de Tanzania la narrativa de la transición aparentemente no problemática de la sección de mujeres de TANU pre-independiente a una organización de mujeres nacional post-independiente, UmojaWanawakewa Tanzania (UWT), como afiliada de partido a TANU constituye el componente de género de la metanarrativa nacionalista. Las raíces de UWT se encuentran en la Sección de Mujeres de TANU y del liderazgo de sus miembros. Sin embargo, la organización sufrió conflictos como síntomas de la falta de voluntad del gobierno para pasar de la retórica a la acción concreta en el abordaje de la desigualdad de las relaciones de género en la sociedad tanzana y enfrentar el tema de la subordinación de las mujeres y la falta de control de su propia fuerza de trabajo en la familia, el hogar rural y fuera de ella (Geiger, 2003: 189). 

En el caso de mujeres combatientes una vez que se ganó la independencia a menudo descubrieron que la igualdad creada en los campos no se mantendría fuera de ellos. En los primeros años después de la independencia en Zimbabwe, las mujeres representaron solo el 7,3 por ciento del parlamento. A nivel de distrito, la presencia femenina fue aún menor: 1.86 por ciento de los concejales. Estas cifras no cambiaron mucho, hasta que Zimbabwe implementó una cuota temporal de género para su senado en las elecciones de 2013 y 2018. Los miembros del ala de mujeres del Frente Patriótico de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU-PF) también se vieron reducidas a simples observadores en reuniones decisivas. Una viceministra de Zimbabwedescribió al ala de mujeres como un "mecanismo de inacción en la toma de decisiones". Los miembros de las alas de mujeres en Botswana y Zambia comparten perspectivas similares sobre la incapacidad de estas secciones para lograr un cambio real en la vida de las mujeres. La medida en que las mujeres se incorporaron plenamente a las actividades de los movimientos de liberación difería de un país a otro. En Guinea-Bissau, las mujeres PAIGC no eran realmente parte de la milicia. En cambio, participaron en la educación política y proporcionaron arroz a los campos de la guerrilla, en esencia una extensión de sus responsabilidades domésticas. En Mozambique, por el contrario, FRELIMO incorporó a las mujeres más plenamente en el movimiento. Pero incluso en Mozambique hubo una separación entre las discusiones ideológicas sobre la igualdad de género y la práctica de la misma. Por ejemplo, mientras que las mujeres fueron reclutadas en FRELIMO, inicialmente se les prohibió recibir entrenamiento militar y, por lo tanto, no podían participar en actividades de combate. La situación solo cambió cuando el número de mujeres en el movimiento creció y se unieron contra el trato desigual que recibieron. Luego se creó una fuerza de destacamento de mujeres, que participó plenamente en la lucha armada (Bauer, Darkwah and Patterson, 2017). En muchos países de África Occidental, como Ghana, Nigeria, o Camerún las mujeres también tuvieron un liderazgo importante en el desarrollo de los partidos nacionalistas y ensus luchas desarrollando redes para la distribución de propaganda, apoyando boicots y huelgas y liderando partidos políticos cuando sus lideres masculinos eran encarcelados, pero cuando la independencia llegó fueron marginadas y muy pocas fueron nominadas como candidatas de los partidos, pocas fueron nombradas para cargos públicos y a pocas se les concedió contratos gubernamentales. Cómo explica Denzer (1992) Las restricciones de la política patriarcal europea reforzaron las estructuras patriarcales de las sociedades africanas tradicionales y musulmanas, con el resultado de que la gran variedad de instituciones políticas indígenas de las mujeres fueron despojadas rápidamente de su autoridad y estatus anteriores.

BIBI TIT MOHAMED (1926-2000)


Líder del proceso de independencia tanzano, logró reclutar miles de mujeres como miembros del partido y contra el colonialismo, siendo la líder del ala femenina del partido UmojawaWanawakewa Tanzania (UWT). Con la llegada de la independencia oficial en 1961 su rol dentro del partido fue reconocido oficialmente. Su carisma y fortaleza hicieron que a través de todo el país, mujeres que pertenecían a diferentes etnias, se activaran políticamente gracias a la plataforma que Bibi significaba. Sin embargo las diferencias políticas que Bibi comenzó a tener con el oficialismo, hizo que en 1969 fuera acusada de participar en un plan de golpe de estado, a lo que ella respondió siempre ser inocente. Fue encarcelada, y dos años después el Presidente Nyerere, con quien hizo la independencia, la perdonó dejó libre. El daño moral, sin embargo siguió en prisión. 

Como resultado, las mujeres profesionales, en particular, están optando por no participar en los partidos de mujeres de los partidos políticos y estableciendo sus propias organizaciones cívicas (Bauer, Darkwah, y Patterson, 2017).

Imagen 7. Bibi Titi Mohamed. Fuente: https://mujeresbacanas.com/bibi-titi-mohamed-1926-2000/

Los Planes o Programas de Ajuste Estructural son un conjunto de medidas económicas basadas en la austeridad y en la liberalización de la economía para posibilitar la mejora y el crecimiento económicoy solventar crisis de los países africanos, sobre todo, a partir de la década de 1970. Los Programas de Ajuste Estructural (PAE) fueron impuestos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y/o el Banco Mundial (BM) a los países para otorgarle apoyo financiero destinado a pagos internacionales. Es una medida que pretende ser universal para solventar la crisis de la deuda externa del Tercer Mundo extendiéndose después a los países del Este tras la caída de las economías del bloque soviético (Zabalo, 2005). Algunas de las suposiciones de estas medidas económicas han demostrado no funcionar en el contexto africano.

Una de las paradojas de los planes de ajuste es que se esperaba que los estados africanos lideraran el proceso de reformas económicas, pero las capacidades para llevar a cabo medidas reformistas se redujo de manera efectiva (Lopez-Castellano et al, 2019). El presupuesto estatal estaba limitado, y la liberalización y la desregulación impidieron cualquier estrategia comercial o financiera.

En 1980, solo cuatro naciones del África Subsahariana (Kenia, Malawi, Senegal y Sudán) recibieron préstamos de ajuste, pero para 1989 el número de naciones africanas involucradas en programas de ajuste había aumentado a 31 (Haddad et al, 1995).

Países como Ghana, Nigeria, Costa de Marfil, Mali, Kenia, Tanzania, Malawi, Mozambique, Madagascar o Uganda iniciaron programas de privatización a fines de la década de 1980 bajo la presión del Banco Mundial y el FMI. Medidas concretas fueron la inyección de moneda extranjero, el aumento de los precios agrícolas, devaluación de monedas sobrevaloradas, políticas para la liberalización del comercio y fomento del aumento de la competitividad en el sector privado. Todas estas medidas parten de la idea de que el mercado funciona sin necesidad de regulación, donde el sector privado juega una parte esencial y, donde todas las sociedades están totalmente monetizadas y orientadas al mercado y que todas las personas tienen la libertad de responder a los estímulos del mercado. Este punto de vista no tiene en cuenta las desigualdades sociales, que dificultan el acceso a los recursos y oportunidades de grupos particulares, la importancia del trabajo no remunerado y la ayuda mutua en todas las economías.

Imagen 8: Las medidas del FMI no tuvieron éxito en la África Subsahariana Fuente: https://www.elblogsalmon.com/economia/fmi-su-fijacion-para-hundir-a-africa-subsahariana

Otras limitaciones del discurso neoclásico que proponen estos programas incluyen el desconocimiento del trabajo no remunerado de las mujeres en la contabilidad nacional, la incapacidad para explicar las actividades que las mujeres realizan simultáneamente y la falta de atención al sector informal donde la mayoría de la gente en las sociedades africanas funciona. Todo ello ha afectado la percepción sobre las actividades económicas y a las políticas económicas aplicadas de manera que perpetúan la subordinación de las mujeres (Tsikata, 1995).

De acuerdo con FAO (1999) el suministro de energía dietética per cápita para la región ha disminuido a lo largo del período comprendido entre 1979 y 1997. Irónicamente, la mayoría de los países de la región se han convertido en netos importadores de alimentos (FAO, 1999). En Tanzania, por ejemplo, la década de 1980 representó una ruptura radical con el período socialista anterior, y el FMI negoció y aplicó medidas de ajuste estructural, lo que llevó a la imposición de medidas de austeridad(Manzanera-Ruiz y Lizárraga, 2015). El papel del estado se redujo, aumentando la producción y la provisión de servicios sociales por parte del sector privado e introduciendo mayores impuestos y cargos sobre dichos servicios (Chachage y Mbilinyi 2003). Aunque algunos indicadores sociales mejoraron entre 1984 y 1990, en la década de 1990, el desempleo aumentó, los ingresos urbanos disminuyeron y la disparidad en los ingresos aumentó (Chachage y Mbilinyi 2003). Ellis y Mdoe (2002) citaron datos oficiales que indican la pérdida de una cuarta parte de los empleos del sector público entre 1993 y 1999. Los altos niveles de alfabetización que caracterizaron al país (85 por ciento en los años 70 y 80) reflejaron la inversión del país en educación y educación capital humano (Shao 1985); sin embargo, estas cifras cayeron dramáticamente a 68 por ciento en 1990 (Whitehead 2009).

Los PAE no sólo fueron ciegos al género y a los distintos efectos en hombres y en mujeres, sino que perjudicaron enormemente la vida de las mujeres africanas y modificaron los sistemas de género en detrimento de éstas. Los costes que implicaron la reducción del gasto público tuvieron que ser asumidos por ellas. A partir de la década de 1980 los hombres vieron esquilmadas su capacidades para contribuir en los hogares económicamente, con el aumento por ejemplo del desempleo, y las mujeres tuvieron que salir al mercado de manera masiva como única alternativa para generar los ingresos reducidos ahora por la imposición de medidas de austeridad. A finales de 1990 en Maputo, Mozambique se estimaba que alrededor de entre 55 y 75 por ciento de mujeres estaban envueltas en actividades comerciales, aunque muchas de ellas no podían pagar los espacios formales de puestos de venta en los mercados (Sheldon, 2017). Si bien un efecto positivo fue que las mujeres dejaron de depender económicamente de los hombres,con el cambio en la división sexual del trabajo, los conflictos aumentaron en el interior de los hogares. Las decisiones sobre la distribución del trabajo y del tiempo generaría conflictos entre los géneros causado en parte por el aumento de la presión sobre los tiempos de trabajo de las mujeres en el ámbito productivo. En aquellas familias polígamas las relaciones entre las co-esposas empeoraron por la incapacidad económica de los maridos de suministrar los recursos básicos para el hogar. Ahora éstas competían por unos recursos escasos o casi inexistentes (Manzanera,Lizárraga y Mwaipopo 2017). 

El análisis desagregado por género de Haddad (1991) sobre Ghana muestra que, en términos de tiempo, las mujeres están constantemente peor que los hombres. Las cargas de tiempo de trabajo femeninas son de entre 15-25 por ciento más altas que las de los hombres. La principal fuente de discrepancia es la mayor dedicación de las mujeres con el trabajo de reproducción como el trabajo doméstico y la agricultura de subsistencia. La tendencia general es que en el trabajo doméstico, por ejemplo, las mujeres pasan más de veinte horas por semana en estas actividadessi se compara con la contribución masculina de cinco horas por semana. Sólo un tercio de esta discrepancia se compensa con una reducción en el tiempo que las mujeres dedican al empleo fuera del hogar, ya que las mujeres trabajan aproximadamente 27 horas frente a las 31 horas de los hombres.

Se impulsaron importantes medidas y reformas sobre la propiedad de la tierra que afectó a la producción agrícola de las mujeres, situadas al margen de la propiedad de la tierra en los sistema de organización social patrilineal y fomentando al mismo tiempo estos sistemas frente a los matrilineales. Los mayores incentivos para la producción de cultivos comerciales inducidos por el ajuste estructural limitaron la capacidad de las mujeres para generar un ingreso independiente desde éstos mientras que la capacidad de generación de ingresos masculina aumenta debido al incremento de los precios de los cultivos comerciales y a la propiedad masculina de la tierra.Estas reformas han empeorados la producción agrícola y los ingresos de las mujeres granjeras al ser excesivamente macroeconómicas e ignorando la realidad de la vida en los pueblos y en los hogares donde las relaciones de poder masculino-femenino afectan a quienes obtienen acceso a los medios de producción y a quienes controla el surplus o los beneficios resultados de añadir incentivos a lo producido. Dada la desigualdad en las relaciones de género y la falta relativa de poder de las mujeres, las mujeres productoras no están en posición de reaccionar con un suministro económicamente adecuado por la falta de acceso a los bienes básicos de producción como la de los hombres granjeros especialmente los grandes productores. Los estudios en Kenia y Zaire han encontrado que, aunque no existe una clara dicotomía entre los cultivos comerciales de hombres y los cultivos de alimentos de mujeres, las mujeres agricultoras se encuentran en desventaja con respecto a los hombres porque se centran en la producción propia de consumo de alimentos y tienen menos acceso a servicios de apoyo agrícola e insumos cruciales.

La promoción de la minería también tiene implicaciones para el acceso a las tierras agrícolas y un impacto negativo en el medio ambiente que ha llevado a la deforestación y la contaminación minera y a la reducción y degradación de la tierra que se puede utilizar para el sustento de la gente común y, por lo tanto, para la seguridad alimentaria de muchas mujeres, pero también para los hombres fuera de los grupos que poseen tierras. Además, la promoción del capital privado y la relajación de las regulaciones laborales tuvieron importantes implicaciones para la seguridad laboral y las condiciones laborales de los trabajadores, especialmente aquellos en los niveles más bajos del empleo, muchos de los cuales son mujeres(Tsikata, 1995).

Como dijimos, los problemas de las relaciones de género en África han sido exacerbados por los PAE de varias maneras importantes. En el área de trabajo, por ejemplo, losestudios muestran cómo hay más mujeres que hombres que se han quedado desempleadas, las diferencias salariales entre hombres y mujeres están creciendo, las condiciones de trabajo de las mujeres se están deteriorando, una situación exacerbada por el hecho de que más mujeres están aumentando las filas de los trabajadores del sector informal.Por ejemplo, en Tanzania y Nigeria, las mujeres pobres y de clase media están renunciando al empleo formal para el trabajo en el sector informal porque se paga mejor. Además, existen desigualdades de género en las obligaciones y reciprocidades en materia laboral.Si bien las instituciones financieras internacionales cuestionan algunos de estos hallazgos debido a la confiabilidad de la metodología de investigación, existe un consenso de que las mujeres son, en la mayoría de los casos, las que sufren las condiciones sociales adversas a las que se atribuye a los SAP. Esta situación no se ha visto favorecida por el hecho de que las políticas de Mujeres en Desarrollo (WID) del Banco Mundial desde la década de 1970 no se han centrado mucho en la igualdad de género y generalmente han involucrado proyectos parciales para abordar la pobreza, el bienestar de las mujeres o la capacitación centrándose más en que sus funciones socioeconómicas 'más eficientes' para el mercado que en beneficio de sí mismas, de sus hijos y de la sociedad en general.

RESISTENCIAS FEMENINAS A LOS PAE

SikhulaSonke en Sudáfrica es un buen ejemplo de organización que puso en marcha diversas acciones colectivas contra los PAE. Surgió del Proyecto Mujeres en las Granjas que ha educado y movilizado a trabajadoras agrícolas en el Cabo Occidental desde principios de los años noventa. Las medidas de ajuste en Sudáfrica han significado la provisión deficiente o inexistente de servicios básicos, como servicios de electricidad, viviendas e instalaciones de agua corriente para millones de personas. Tras la introducción de políticas de recuperación de costos para los servicios públicos y las pérdidas masivas de empleos causadas por la liberalización del comercio, SikhulaSonke y otras organizaciones de la sociedad civil iniciaron el programa '¡No hay tierra! ¡Campaña de No Vote! en las elecciones generales de 2004. El papel de SikhulaSonke ha sido crucial para llevar las voces y las opiniones de las trabajadoras agrícolas a esta coalición y, más en general, a los movimientos sociales sudafricanos, y para posicionarse en un lugar importante de su agenda como la violencia contra las mujeres en el trabajo y en otros lugares. Fuente: https://www.waronwant.org/

Los movimientos y asociaciones de mujeresflorecieron en toda África a partir de la década de 1980 conlas principales transformaciones socioeconómicas y políticas, como la democratización de los regímenes políticos, la liberalización de las economías y la retirada de las Políticas de ajuste. Al mismo tiempo, la ayuda internacional y la industria del desarrollo se orientó más hacia actores no gubernamentales y de base, mientras que también el impulso del movimiento internacional de mujeres y de la Organización Internacional de las Naciones Unidas con la Década para la Mujer (1975 - 1985) a las mujeres "mainstream" y sus intereses (Tripp et al. 2009). En este contexto, surgió una variedad de organizaciones de mujeres, de profesionales y grupos de apoyo a las asociaciones de ahorro y generación de ingresos, que asumieron problemas de las mujeres frente a la globalización desde el cambio de legislaciones por los derechos de las mujeres y la reforma de las prácticas y leyes consuetudinarias, el acceso a los derechos sobre la tierra, los derechos reproductivos así comolos problemas del día a día de la vida cotidiana.

Cómo ya comentamos, después de la independencia, las mujeres quedaron más alejadas de la vida política formal, con algunas excepciones. Sin embargo, uno de los efectos contradictorios de la liberalización fue la apertura de la arena política con la introducción de sistemas multipartidistas como exigencia de las organizaciones internacionales a partir de los años 1990. La apertura del espacio político permitió el surgimiento de organizaciones, coaliciones y movimientos de mujeres que presionaron por un mayor papel político de las mujeres. Las presiones de las Naciones Unidas después de 1995 y de los donantes extranjeros fortalecieron a los actores nacionales que presionaban por reformas de los derechos de las mujeres en el área de la representación política (Tripp, 2017). Este contexto permitió la proliferación de asociaciones y organizaciones no gubernamentales (ONG), financiadas principalmente a través de asociaciones internacionales y donantes con gran capacidad de acción, y encabezadas mayoritariamente por mujeres. A diferencia de los organismos estatales, las asociaciones y movimientos sociales de mujeres lograba atender demandas y necesidades por encontrarse situadas en lugares estratégicos entre las necesidades de las gentes, los órganos gubernamentales y entidades de mercado (Manzanera y Lizarraga, 2015). Por ejemplo Burke y Ngonyani (2004) relatan como en Tanzania el Ministerio de Salud y Bienestar, creado en 2010, junto con otras agencias gubernamentales de servicios sociales y organizaciones ubicadas en Dar es Salaam, tiene actualmente una capacidad de acción muy restringida. Es en parte debido, por un lado por otro lado, a la escasez de recursos económicos y financieros y, por otro lado, a la prioridad económica de crecimiento y la protección de los intereses de las empresas privadas, en lugar del establecimiento de seguridad social mínima y empleo.

Imagen 9: Mujeres africanas reunidas Fuente: https://www.europapress.es/epsocial/derechos-humanos/noticia-proyecto-desfers-energia-renovable-motor-cambio-independencia-mujer-africa-20180610130349.html

El pluralismo caracteriza los diferentes tipos de organizaciones que reúnen a los movimientos de las mujeres subsaharianas y dada la inclusión de sus miembros, no sorprende que los movimientos de mujeres abarquen una pluralidad de puntos de vista sobre la mejor manera de concebir, priorizar y perseguir los intereses de las mujeres. Desde el comienzo de los años noventa, se han formado y revitalizado muchas asociaciones de mujeres en los países del África Subsahariana, y la calidad de su trabajo ha mejorado significativamente. Los movimientos de las mujeres actúan, tanto a nivel de base como a nivel nacional, y han aprovechado las nuevas aperturas políticas para plantear nuevas cuestiones y forjar alianzas con otros grupos de la sociedad civil para promover los derechos de la mujer. Su potencia e influencia han variado según el país y la organización, muchas de las asociaciones reciben financiación externa y algunas buscan enfatizar la responsabilidad interna, las agendas africanas y el desarrollo del potencial organizacional. También se han establecido programas de mujeres africanas y de estudios de género en muchos espacios, tanto para enseñar como para realizar investigaciones y su aplicación para mejorar las condiciones de las mujeres en África. En contraste con el discurso del desarrollo de los años ochenta y noventa, las cuestiones que afectan a las mujeres se discuten ahora con mayor frecuencia en el marco de los derechos de las mujeres. Asimismo, han surgido afiliaciones subregionales y regionales de mujeres y se han identificado áreas clave de acción. Algunos de ellos sirven como movimientos de presión, se conectan entre sí, forman alianzas regionales y globales y apuntan a dirigir recursos y atención a las mujeres y los asuntos que les conciernen.

En algunos países del continente, según Aili Mari Tripp, las estrategias para defender los derechos de las mujeres fueron diversas. Por ejemplo y en el ámbito económico, la Comisión Sudafricana sobre la Igualdad de Género, constituida en 1996, se encontró en el año 2000 envuelta en conflictos internos sobre cómo deberían plantearse las preocupaciones feministas en el contexto de abordar las desigualdades raciales y económicas. Algunos deseaban privilegiar los intereses de las mujeres rurales pobres al considerar que cuestiones como la manutención infantil, la creación de empleo y el acceso al agua eran primordiales. Gay Seidman, señala que otras, conscientes de su electorado feminista educado en la ciudad, pensaron que la comisión debería ser un sitio para los desafíos feministas sin evitar debatir sobre temas importantes pero polémicos (Seidman 2001). Por ejemplo, señalaron la necesidad de reflexionar sobre la utilidad de los ministerios de mujeres para asegurar la adopción de las demandas feministas en el gobierno (Sudáfrica), dado que muchos ministerios estaban sub-financiados, con escasos recursos y enfocados en los roles domésticos de las mujeres (Seidman 1999). Otros han debatido la utilidad de trabajar dentro de los partidos políticos, dada su debilidad y falta de interés en las preocupaciones de las mujeres. En algunos movimientos, hubo debates sobre cómo considerar a las trabajadoras sexuales y si incorporar sus demandas al movimiento de mujeres.

En cualquier caso se observa que la región Subsahariana tiene un movimiento de mujeres dinámico y creciente que ha impulsado cambios legislativos y constitucionales en las disposiciones que discriminan a las mujeres. Por ejemplo, grupos de mujeres en Uganda encabezaron una coalición de Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que abogaban por la Ley de Oportunidades y Comisión de Igualdad (2007) que proporciona una base legal para desafiar leyes, políticas, costumbres y tradiciones que discriminan a mujeres y niñas.En Ruanda, y según Abdennebi-AbderrahimSouad(2013), un grupo compuesto por 40 organizaciones de defensa de las mujeres y OSC sirve para asesorar al gobierno sobre las principales cuestiones sociales y políticas que afectan a las mujeres. Las OSC prestan asistencia a mujeres políticas que carecen de los recursos financieros y la experiencia política, por ejemplo, el Lobby Nacional de Mujeres de Zambia ha proporcionado a las candidatas capacitaciones en programas de tutoría y redes regionales y locales establecidas para mujeres en la esfera pública (Zambia National Women's Lobby, 2015). Todas ellas son medidas importantes para ayudar a las mujeres a superar los sesgos de género arraigados en la esfera política.
 

Imagen 5: The Zambia National Women’s Lobby (ZNWL). Fuente: http://www.womenslobby.org.zm/

La importancia de los movimientos 50/50 en Sudáfrica, Namibia, Sierra Leona, Uganda, Kenia, Tanzania, Malawi, Gambia y Senegal, son extraordinariamente relevantes. Algunas de las tasas más altas de participación femenina en el poder legislativo las encontramos en África: Burundi (31%), Sudáfrica (45%), Mozambique (39%), Angola (39%), Tanzania (30%), Uganda (32%) y Namibia (27%). Con la excepción de Tanzania, se trata de países que emergen de un conflicto bélico o social de inmensas proporciones, lo que dice mucho de la propia movilización femenina como Tripp o Mungwa. Desde 1990 en adelante, las mujeres comenzaron a aspirar a puestos políticos nacionales e internacionales con mayor énfasis: candidatas femeninas a la Presidencia (Kenia y Liberia), nominadas por sus partidos para la presidencia, como son los casos de Angola, Burkina Faso, Guinea-Bissau, São Tomé y Príncipe, República Centroafricana, Kenia, Nigeria o Tanzania. Según Aili Mary Tripp, las contribuciones de las mujeres africanas están relacionadas con el enunciado de las constituciones africanas, las batallas legislativas sobre aspectos relacionados con la tierra, la herencia, la ciudadanía, la violencia doméstica, la violación y el estupro. Especialmente relevantes, también, han sido las batallas contra la corrupción política que incluso han costado la vida a algunas mujeres (Vieitez, 2011).

Las expertas en movimientos sociales de mujeres señalan que las nuevas generaciones de organizaciones autónomas surgieron principalmente después de la conferencia de mujeres de Nairobi en 1985, aunque unos pocos habían comenzado antes. Las primeras de la nueva generación de organizaciones incluyeron Mujeres en Nigeria, formadas en 1982, la Acción de Uganda para el Desarrollo, formada en 1986 y la Asociación de Mujeres de Tanzania Media, formada en 1987. Sin embargo, también hay ejemplos de situaciones en las cuales diferentes movimientos se han unido más mediante el desarrollo de estrategias en común. Uno de ellos se encuentra en África Oriental, donde los movimientos emergentes de LGBTI que querían generar apoyo a sus luchas formando una masa crítica de simpatizantes. Estas asociaciones son pioneras en el nuevo impulso de los derechos de las mujeres y se caracterizaban por su autonomía frente al Estado.

HAKIELIMU, POR EL DERECHO A LA EDUCACIÓN DE LAS CHICAS

HakiElimu es una organización que trabaja para la promoción de la educación de las mujeres. En 1995, la publicación de la Educación y Formación. La política alentó la incorporación de la mujer a la educación formal a través de, primero, el establecimiento de la enseñanza primaria universal; En segundo lugar, la eliminación de los aranceles de primaria impuesta por los programas de ajuste; y, por último, las cuotas establecidas para que las mujeres accedan a niveles educativos mayores. Todo esto creó un gran número de mujeres educadas que fueron a las ciudades en búsqueda de trabajo asalariado. Muchos de ellos querían abandonar sus pueblos originales en busca de una alternativa a la agricultura y vio la educación como una forma de hacerlo. Para las niñas, sin embargo, sigue siendo difícil acceder a la educación secundaria y superior debido a sus responsabilidades en el hogar, embarazos precoces y matrimonios. HakiElimu comenzó como una organización sin fines de lucro. Organización de la sociedad civil en 2001, con el objetivo de transformar el sistema de educación pública, garantizar el acceso de todos los niños. La principal motivación para la definición de la organización fue la confirmación de que las diversas reformas educativas en el país (Primaria Plan de Desarrollo de la Educación, 1999-2001 y 2002-2006) apenas tuvieron efecto en la población como las soluciones propuestas se basaron en modelos tecnocráticos, dirigidos a resolver problemas políticos, más que en las necesidades de la población. HakiElimu implementó campañas de concientización vital sobre la importancia de dar tiempo para niñas para estudiar en casa y en defensa de la educación de las niñas. La organización tenía cuatro programas: Para la promoción del cambio político institucional en el país: periodismo y presión, comunidad, acción e implicación, análisis de políticas e investigación, y liderazgo y dirección estratégica.


Para más información visite: http://hakielimu.org/

Actualmente, las organizaciones de mujeres activistas en África desempeñan un papel importante en el cambio social y la lucha contra la pobreza (Hodgson, 2002). Los movimientos sociales de mujeres son actores clave de granrelevancia por varios motivos: primero, porque su posición como agentes de cambio social en los espacios sociales les permiten discernir conceptos importantes para la aplicación de los derechos humanos en eldiseño de políticas sociales y en su implementación; En segundo lugar, su ubicación estratégica entre las necesidades de la gente, los políticos y los tecnócratas responsables de la formulación de políticas los convierten en actores clave parallevar a cabo procesos de desarrollo social; en tercer lugar, reconocen a los protagonistas locales claves para elacciones que promuevan el cambio en tales contextos, permitiendo orientaciones políticas e intervenciones de desarrollo social está más en línea con las realidades sociales con respecto a los valores, creencias, significados e ideologías del contexto (Avendal, 2011; Benford and Snow, 2000).

WILDAF, POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN ÁFRICA

Women in Law& Development in África (WiLDAF) es una organización sin fines de lucro y no gubernamental (ONG) y red panafricana por los derechos de las mujeres que contiene 500 organizaciones, 1200 personas y se extiende por 27 países. Aunque WiLDAF funciona como una organización transnacional, presta mucha atención a las diferencias económicas, sociales e históricas entre los estados y los países. Esta organización surgió del movimiento de los "derechos de las mujeres como derechos humanos", como una reclamación más firme de los derechos de las mujeres que la retórica anterior de "necesidades". 
WiLDAF se centra en el principio de que la igualdad y el empoderamiento son esenciales para una sociedad saludable, y centran sus esfuerzos en el desarrollo y la ley en relación con las mujeres para abogar y educar a las personas. Creen que empoderar a las mujeres a través de la educación, los talleres, la comunicación y la divulgación en torno al desarrollo y la ley es extremadamente valioso. Además, trabajan a nivel nacional y regional para estimular la planificación institucional, el desarrollo y la creación de conexiones internacionales para un apoyo adicional. La organización también brinda ayuda en el caso de una violación de los derechos de las mujeres al proporcionar Sistemas de Respuesta de Emergencia y centros de facilitación para mujeres que han sufrido abusos psicológicos, físicos o morales (y en tales casos pueden albergar a la mujer y ayudarla a emprender acciones legales).

Para más información visite http://www.wildaf-ao.org/index.php/en/about-us/who-we-are 

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