# 42

Haití: comunidades resilientes a los desastres

Contexto

En el ojo del huracán

Medioambiente

Protección ambiental para la prevención

Desastres naturales en Haití

Prevención en las escuelas

Desastres naturales en Haití

Aseguramos cárcavas

Derechos Humanos de las Mujeres

Plan de emergencia familiar

Desastres naturales en Haití

3 Comités de Protección Civil

Voces y testimonios

Roland Delice, Protección Civil

En el Departamento del Sudeste de Haití, el nivel de exposición a la erosión de los suelos y la desertificación, a los corrimientos de tierra,  al impacto de los ciclones y terremotos es considerado elevado. La situación de vulnerabilidad frente al riesgo de desastres unida a la situación crónica de inseguridad alimentaria de los hogares del sudeste de Haití, obliga a la población a adoptar estrategias lesivas de sus medios de vida que impactan negativamente en el medio ambiente. Fortalecer las capacidades de respuesta y reducir los factores de riesgo de desastres de 4 comunidades del sudeste de Haití desde un enfoque diferencial de género es el objetivo del proyecto "Reforzar la resiliencia de las comunidades rurales en el área sudeste de Haití". Una iniciativa de SOLIDARIDAD INTERNACIONAL y su socia haitiana CROSE. Y que ha contado con el apoyo de la AGENCIA VASCA DE COOPERACIÓN PARA EL DESARROLLO.

Entidadad solidaria:

Artículos en este número...

  • 1
    En el ojo del huracán
  • 2
    Protección ambiental para la prevención
  • 3
    Prevención en las escuelas
  • 4
    Aseguramos cárcavas
  • 5
    Plan de emergencia familiar
  • 6
    3 Comités de Protección Civil
  • 7
    Roland Delice, Protección Civil

*Fuente imágen: Comité Interministériel d’Aménagement du Territoire, Atlas des ménaces naturelles en Haïti, 2017.

Haití se sitúa en la trayectoria de huracanes del caribe y se localiza en una zona tectónica muy activa en la que convergen las placas tectónicas del Caribe y la de Norteamérica. La población de Haití se enfrenta de manera recurrente a fenómenos meteorológicos extremos (sequía por  “El Niño” en 2015 y 2019), desastres (inundación de la cuenca endorreica del Mapou en 2004, terremoto de 7,3 en 2010, huracán Matthew en 2016, huracán Irma en 2017, huracán Maria en 2017, terremoto de 5,9 en 2018)  y epidemias (cólera de 2010 a 2017) que dejan a la población en un escenario de constante recuperación.  

El 12 de enero de 2010, un terremoto de 7 grados en la escala de Richter dejó un saldo de aproximadamente 300.000 personas fallecidas. La epidemia de cólera erradicada recientemente dejó a más de 9.300 personas sin vida. En 2004, 2675 personas fallecieron en las inundaciones en la cuenca del río Mapou. Sólo el impacto del huracán Mattew en 2016 de categoría 4 (muy alta) acabó con la vida de al menos 600 personas y un millón y medio de personas se vieron afectadas por el desastre. 

La evidencia de que los desastres afectan a los recursos naturales y los ecosistemas, y también de que la degradación ambiental aumenta el riesgo de desastres es una constante en Haití. Tras haber sido foco de atención mediática y de la solidaridad internacional debido a las consecuencias del terremoto acaecido el 12 de enero de 2010, Haití va desapareciendo progresivamente de la agenda de los donantes aún cuando por el nivel de riesgo de desastres se encuentra entre los 15 países con mayor riesgo de crisis humanitarias y catástrofes.

Durante los periodos de lluvias como consecuencia de las inundaciones y de la deforestación las vías de evacuación de la población se cortaban.

Mediante la reforestación en la zona, la corrección de 0,7 km lineales de cárcavas y el hormigonado de 0,4 km de tramos de ruta departamental de uno de los tramos más vulnerables, hemos asegurado dicha ruta departamental como vía de evacuación de la población en caso de ciclones y otros desastres naturales.

Asimismo hemos puesto en marcha la dotación de 3 comités de la protección civil.

Junto con estas intervenciones, se realizaron dos actividades complementarias: 
    Evaluación de las plantaciones de árboles y protección del suelo que ha servido para mejorar las intervenciones futuras en medioambiente, gestión de riesgos y desastres y mejora de la seguridad alimentaria; 
    Aumentar la cantidad de protección de las plántulas al identificar en la evaluación que el principal problema para que los árboles crecieran correctamente era que la ganadería libre (principalmente caprina) tiene un impacto mayor al esperado.

Decía Nelson Mandela que:

 “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.

Educación y prevención en las escuelas. Frente a los desastres naturales es necesario fomentar la resiliencia y esto sí es algo que se pueda enseñar o trabajar en las escuelas. Para fomentar la prevención y la capacidad de respuesta frente a este tipo de fenómenos se ha hecho un trabajo en 32 escuelas de Bois d'Ormes, Boucan Guillaume, Pot de Chambre y Thiotte. Todas ellas son escuelas públicas o comunitarias a las que asisten escolares de familias con pocos recursos. Al finalizar el proyecto, 1.600 niños y niñas de 12 de escuelas públicas tenían conocimiento sobre medidas de prevención y respuesta ante catástrofes naturales con el apoyo de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo.

En este proceso, se ha asegurado la participación de niños y niñas al 50% con edades comprendidas entre 9 y 18 años. Se ha garantizado la participación de un 40% de mujeres profesoras, teniendo en cuenta que el mayor abandono de la formación educativa se da entre ellas, ya que desde edades muy tempranas tienen que dedicarse a las labores de cuidado en los hogares.

La metodología utilizada ha sido a través del juego, impulsando así la participación de todas. Entre otros, se utilizaron los juegos “Riesgolandia” y “Te Male”, material que está a disposición de la comunidad educativa de América Latina para la sensibilización de la población infantil frente a los terremotos, ciclones, inundaciones, etc.  Están realizados por Unicef, Cruz Roja y la DPC, por lo que se asegura que contienen material específico para esta zona tan proclive a este tipo de fenómenos.
 

Aseguramos cárcavas para prevenir los riesgos de desastre naturales. Durante el 2015 y como parte de la implementación de un proyecto de gestión de riesgos y desastres en la Cuenca del Mapou, personal de CROSE y Nazioarteko Elkartasuna - Solidaridad Internacional vieron la necesidad de realizar un proyecto parecido, aunque adaptado a las características específicas de la cuenca de Pedernales.

Se hizo un estudio detallado de la zona y a nivel de infraestructuras se constató que había cárcavas que podían suponer un riesgo para la población, ya que los habitantes de la zona se podrían quedar aislados en caso de inundaciones. Al reparar estos tramos, se facilitaría el reparto de ayuda humanitaria en caso de necesidad, pero también se facilitaría la llegada de camiones que transportaran productos agrícolas para la venta.
Una de las cárcavas identificadas durante este proyecto fue la responsable de que se cortara la ruta durante casi una semana tras el paso del huracán Matthew.

Las estructuras de contención se realizaron a partir de bloques de gavión, rellenos de rocas para asegurar la sostenibilidad de los mismos a largo plazo. Para realizar estas obras se contó con un mínimo de 200 trabajadores, respetando la presencia igualitaria de ambos géneros. Un alto porcentaje del trabajo fue realizado por personal no cualificado de la región, dándoles así también la oportunidad de tener unos ingresos a la población damnificada.

Al finalizar el proyecto, se han corregido 0.7 km de cárcavas para la sujeción de suelos y freno de avenida en el lado haitiano de la Cuenca de Pedernales. Asimismo, se han sembrado las laderas para facilitar la sujeción de los suelos.

A través del PLAN DE EMERGENCIA FAMILIAR en 100 comunidades, la intervención a formado en prevención de riesgos a 1114 mujeres y 1386 hombres. Con el objetivo de lograr que las mujeres haitianas sean resilientes, se las ha incorporado como eje central del PLAN.

Es necesario enfocar la mirada a las mujeres cuando hablamos de víctimas y vulnerabilidad, pero también cuando hablamos de dinamizadoras o referentes en sus comunidades, haciendo frente a las adversidades.

En el proyecto desarrollado en Haití, también hemos podido comprobar la doble condición de las mujeres ante un desastre. A pesar de la carga adicional que sufren como consecuencias de los desastres, su capacidad de resiliencia las convierte en víctimas activas y su importancia es vital en la respuesta y reconstrucción de sus comunidades.

Esta previsrto realizar un informe documental sobre la diferente afectación que tienen estos desastres en las personas teniendo en cuenta la perspectiva de género y se ha sensibilizado a la población sobre ello.  

Pero también es reseñable el dato del impacto sobre las mujeres donde se ha realizado el informe. Al acabar el primer año, 100 mujeres de las secciones comunales reconocen sentirse más empoderadas y con conocimientos específicos sobre las consideraciones de género que son necesarias en la prevención y actuación en desastres.

En contextos de crisis, la violencia hacia las mujeres se incrementa, al mismo que su invisibilización. En Haití las mujeres no están muy presentes en las funciones organizativas. Con este proyecto se promueve su participación en todas las actividades, reforzando su autonomía y conocimientos como parte de su proceso de empoderamiento.  Se les informa de sus derechos, se refuerza las asociaciones de mujeres y se realizan acciones específicas para fomentar su alfabetización y participación en todas las reuniones de planificación.

Este énfasis en la perspectiva de género dentro del proyecto es realmente importante en un país como Haití, donde la violencia contra las mujeres está generalizada y no se cuenta con mecanismos legales para hacerles frente. Aun así, es reseñable la existencia de grupos de mujeres como el MOFAB (movimiento de mujeres del distrito de Belle Anse) que realiza acciones de sensibilización e incidencia sobre equidad de género y da apoyo a mujeres que sufren violencia, y que también han formado parte de este proyecto.
 

Con las sesiones de formación reglamentaria en planes de emergencia y comunicación de 3 Comités Comunitarios de Protección Civil, el proyecto ha contribuido a fortalecer los mecanismos de Integración, Articulación y Coordinación entre el nivel departamental, comunal, local y de sección comunal en cuanto a su capacidad de respuesta.

Con esta actuación, el proyecto ha logrando mejorar  la capacidad de  respuesta ante desastres y los sistemas de alerta temprana, que conectan eficazmente a los hogares  beneficiarios con los niveles departamentales, comunales y de sección comunal del sistema.

Los equipos de protección civil y los Equipos de intervención comunitaria, creados recientemente, tienen una función primordial en esta región tan azotada por catástrofes naturales. 
En caso de emergencia, la comunidad se articula en estos equipos de intervención que están formados por personas voluntarias. Los equipos de protección civil están presentes en toda la isla y se organizan verticalmente desde su organización central en la capital Puerto Príncipe.


Roland Delice es el coordinador de la Dirección Departamental de la Protección Civil (Departamento del Sudeste) y ha participado activamente en la ejecución de las actividades de formación de prevención de emergencias del proyecto. A continuación, extraemos algunas de las ideas principales de las que estuvimos conversando:


Roland considera que el hecho de vivir en una isla que también está atravesada por varios ríos y aguas les hace más frágiles y vulnerables, y, por otro lado, que la mayoría de la población sea joven y no haya salidas laborales hace que se esté produciendo lo que se denomina “violencia contra la naturaleza” como medida equivocada para la subsistencia.
Entre los desafíos principales, Roland subraya la necesidad de educar a la población, sobre todo a la infancia, para hacer frente a la situación. Ya se está dando formación sobre cambio climático, y sobre riesgos y medio ambiente. Pero no es suficiente.  Roland apunta directamente a la responsabilidad del Estado, pero también de las organizaciones e instituciones que trabajan en este ámbito para organizar a las comunidades y hacerles comprender entre otras cosas la importancia del agua y todo lo que puede aportar.

En cuanto a la perspectiva de género, Roland cree que se podría aplicar en la gestión de riesgos y desastres, y reconoce que el trabajo de protección civil incluye a todas las personas. Recientemente creó 4 comités locales de protección civil y, de las 98 personas formadas, 35 eran mujeres; este hecho refleja que “las mujeres son y entienden la importancia de reunirse o integrar la estructura de protección civil o de una mejor gestión y no sólo de los riesgos, sino también de los desastres, porque son ellas las que se quedan en el hogar y los niños cuando hay desastres, y son ellas las que se van a ir del hogar con los niños”

Sobre los retos del futuro y las opciones que tiene la población en esta situación, concluye diciendo “la sociedad civil puede tener sueños y muchas ideas y visiones hermosas, se pueden producir muchos documentos, pero para aplicarlos se necesita el apoyo y la orientación del Estado”.

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