Mayor seguridad alimentaria de las comunidades miskitas,
forma parte de los beneficios obtenidos con la producción de una amplia variedad de productos en el huerto. Las familias logran producir mayor cantidad y diversidad de alimentos suficientes para cubrir sus necesidades, los que complementan con la producción de la parcela.
A nivel de la gran familia comunitaria la producción generada desde los huertos, es una respuesta ante la crisis alimentaria que se enfrenta en los últimos años, que ha introducido mejoras alimenticias notable a nivel del balance nutricional de la familia. En la comunidad se observa una mayor disponibilidad de alimentos; aparte de la yuca y frijoles que es lo habitual ahora hay tomates, pipianes, ayotes, chiltomas y otros. Por sus precios bajos las familias pueden acceder más a estos productos que se comercializan a nivel comunitario, porque no tienen los costos de traslado, porque se producen en la misma comunidad. Por la forma de producirlo estos productos son más sanos expresa una mujer madre de familia, y como ella la población reconoce las bondades de la producción orgánica, y las asocia principalmente a la salud de sus hijas e hijas.
La intervención ha contribuido a disminuir los altos índices de desnutrición crónica que caracterizan a la niñez indígenas de estos territorios, y aporta a mejorar la salud nutricional y a reducir la incidencia de enfermedades, y con ello se aporta a la economía familiar, por el ahorro que representa no acudir frecuentemente al centro de salud.
Modelo productivo familiar más sostenible.
Hay un efecto positivo en la capacidad de producción a nivel de la familia que está dinamizando la economía comunitaria y generando nuevas formas de comercio en su interior. La producción a bajo costo, continúa siendo parte de la práctica tradicional (cero insumos), pero la introducción de nuevo cultivo y el rescate y mejora de prácticas tradicionales hacen del sistema un nuevo modelo productivo más auto sostenible. Efectivamente, las familias están apropiadas de prácticas sostenibles que pueden hacer frente al cambio climático e incluso preservar sus medios de vida ante situaciones de fenómenos extremos que se pueden dar en la zona del atlántico.
El abono orgánico hace milagro, me atreví a experimentar, pues vi que donde botamos el estiércol del corral las plantas producían más, así que hice lo que aprendí, abono orgánico con el estiércol, como me lo enseñaron en la escuela de campo ahora produzco los mejores ayotes, tomates y chiltomas, y los vendo a mejor precio, ahora hasta mi marido quiere poner en práctica lo que yo hago en mi huerto. Promotora de huerto
Un logro importante es el bajo costo del sistema de producción implementado y el volumen producido aumenta la disponibilidad en la comunidad de los alimentos producidos orgánicamente, que es un impacto no medible por la falta de registros y controles de la producción, pero relevante por lo expuesto por los entrevistados en la sensación de bienestar que sienten al comer productos más sanos por no estar expuestos a pesticidas.
Barriga llena corazón contento, ahora comemos de todo, al principio no me gustaban los pipianes porque no sabía si se comían, ahora los siento rico cocidos con cuajadita, los chavalos comen mejor, el huerto es nuestro principal mercado, hasta aquí vienen a comprarnos. Productora de huerto
Con este efecto a su vez se contribuye a reducir el impacto del cambio climático y se aporta a la capacidad de resiliencia de las familias de estas comunidades.
Fortalecimiento de la gobernabilidad comunitaria.
Que ha sido posible gracias a la dinamización del tejido organizativo comunitario en las 21 comunidades lo que facilitó la organización de mujeres, jóvenes y otros actores (maestros, enfermeras, pastores) dando apertura en los espacios organizativos. Esta implicación y relaciones entre los actores comunitarios que se han vinculado a la gestión comunitaria es nuevo capital social generado con la intervención, y que cobra relevancia en el contexto de crisis socio política e incertidumbre que afecta a Nicaragua, donde urge construir confianza en el liderazgo comunitario, confianza en la gobernanza local, y confianza en el futuro.
“Como líder nos planteamos defender nuestros derechos de forma respetuosa, convenciendo y no imponiendo, en ese momento todos tenemos derecho de participar y opinar”. Joven líder miembro de junta comunitaria
Fortalecimiento de la autoestima y autonomía de las mujeres adultas y jóvenes,
esta fue una de las prioridades estratégicas de la intervención que requirió de procesos de sensibilización comunitaria y que fortalecieron sus capacidades personales y colectivas en aspectos de género, derecho, incidencia promotoría comunitaria y liderazgo, que se concretizan con la conformación de estructuras comunitarias integradas por 405 mujeres líderesas, quienes en representación de sus grupos aportaron insumos para elaborar agendas de derechos territoriales donde se plasman sus problemática y necesidades de ser reconocidas y visibilizadas en los espacios de organización comunitaria.
“Nos hemos fortalecido, hemos vencido el miedo a hablar sobre nuestra situación como mujer en la familia y comunidad, hoy estamos organizadas y defendemos nuestros derechos para poder participar en algunos lugares, donde solo los hombres pueden estar, me siento más fuerte porque conozco mis derechos y están en la agenda, ahora nos toca defenderlos”. Mujer de un grupo comunitario
Así mujeres de todas las comunidades se sienten más seguras de participar, reconocen sus capacidades y valía personal, y gracias al rol productivo que ahora desempeñan tienen más independencia y autonomía económica de sus parejas.
En el hogar a partir de su aporte económico se han abierto un espacio de reconocimiento y participación en la toma de decisión y se sienten más seguras de reclamar un mejor trato para ellas y sus hijos e hijas, lo que hace que la mujer actué de manera más independiente, esto se evidencia con su asistencia y participación en talleres y otros tipos de eventos ligados a su formación.
“Cuando hay que hacer una gestión o trabajar con las mujeres, el síndico o el juez me buscan para que los apoyemos, esto no ha permitido contar con su apoyo cuando nos tocó que nos aprobaran la agenda, siento que somos importantes y ahora nos proponen para los cargos, y no nos invitan solo para votar" Mujer de un grupo comunitario
A partir de su decisión de trabajar en huertos y capacitarse, amplía sus funciones y es generadora de ingresos cambiando su posición en el hogar a nivel de la economía familiar como aportadora, gestora y ejecutora en la toma de decisiones, lo que se hace evidente en los cambios de actitud y reconocimiento de los hombres en la familia y comunidad.
Mayor participación juvenil y relevo generacional.
Es uno de los efectos más evidentes, tras organizarse los grupos juveniles en las 21 comunidades, y contar con una estructura (junta directiva) que los representa ante las instancias comunitarias, algunos de estos jóvenes se han capacitado a nivel de liderazgo, desarrollo y otros tópicos y se destacan contando con un reconocimiento comunitario, dentro de un contexto adultista, su actuación relevante los define como futuros relevos del liderazgo actual.
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