Todavía hoy se acude con demasiada frecuencia al mito de la sumisión de la mujer africana frente al dominio del hombre en todas las esferas en las que se manifiesta la vida y, por ende, también en el ámbito económico, para explicar el origen de todos sus males. Pero esta imagen estereotipada y reduccionista no explica por sí sola la situación que viven las mujeres del África subsahariana en la esfera económica, donde se da una clara tendencia al alza tanto en el número de trabajadoras-emprendedoras como en la calidad de los empleos que desempeñan, en parte por el auge de los movimientos feministas en el continente. Es imprescindible analizar y comprender la situación de las mujeres del África al sur del Sahara y su papel en las transformaciones económicas en diversos ámbitos a partir de algunos ejemplos y casos concretos.
La historia de la nigeriana Ramata Adigre es uno de estos casos concretos que rescatamos en este número, un caso de superación y perseverancia que bien podría ser el de gran parte de sus coetáneas. Como en otras muchas iniciativas empresariales, la micro financiación ha sido determinante para que Ramata haya podido montar su negocio de peluquería, aunque no siempre ocurre de esta manera. Voces críticas con el sistema de micro créditos alzan la voz para alertarnos de su peligro. En la región de Kebemer, Senegal, por su parte, decenas de mujeres se han iniciado en la cría y comercialización de carne aviar gracias al impulso de Solidaridad Internacional y su socia local, FADEC - Nord, lo que está contribuyendo a la mejora de su calidad de vida y empoderamiento.
A nivel macroeconómico, la noticia está en la puesta en marcha del Área de Libre Comercio Continental Africana este pasado mes de enero de 2021, lo que, en principio, contribuirá a dinamizar el mercado interior africano y fortalecer las economías de sus estados miembro. Habrá que ver si la euforia desatada con la nueva coyuntura se materializa a su vez en la mejora de las vidas de sus habitantes y especialmente la de las mujeres, las más vulnerables dentro del tejido económico, de las cuales la inmensa mayoría o trabaja en el sector primario en condiciones si no precarias, al menos lejos de la toma de decisiones, o lo hace por su cuenta de forma irregular.
Foto: Tope Asokore.