A mediados de 2019 el Tribunal Superior de Botsuana eliminó por unanimidad secciones clave del código penal del país que castigaba la homosexualidad con hasta siete años de prisión. "La dignidad humana se ve perjudicada cuando los grupos minoritarios son marginados", concluyó el juez Michael Elburu, uno de los tres jueces del tribunal. Activistas de derechos humanos celebraron la decisión como una gran victoria y, si bien el fallo supuso un gran paso adelante, la despenalización de las relaciones entre personas del mismo sexo en Botsuana también subrayó las desigualdades profundamente arraigadas y potencialmente mortales que enfrentan las personas LGTBIQ en todo el continente. La homosexualidad según ILGA World, que es la mayor organización mundial en defensa de los colectivos minoritarios de identidad y orientación sexual con más de 1.600 organizaciones en más de 150 países adheridas a la misma, es ilegal en 33 de los 54 países africanos -cuatro de ellos emplean la pena de muerte- por lo que las lesbianas, los hombres homosexuales y las personas transgénero se ven forzadas a huir de sus países de origen en busca de seguridad. Pero, una vez solicitado el asilo en otro país africano o el reasentamiento fuera del continente, se ven envueltos nuevamente en un sistema que los expone al mismo trato persecutorio del que intentaron escapar ya que, más allá de la cobertura legal que puedan brindar los estados, está la extendida creencia popular de que es moralmente reprobable y físicamente punible cualquier conducta y apariencia que se aleje de la pauta de comportamiento “normal” (heteronormatividad). Puntos de vista, por otro lado, moldeados principalmente por la religión, gobiernos varios y la historia colonial.
La segunda década del siglo XXI está llegando a su fin y el mapamundi del derecho en materia de orientación sexual se encuentra más activo y cambiante que nunca, y el continente africano no es una excepción. “Al mirar hacia atrás en un año intenso, nos damos cuenta de cómo las dinámicas de progreso y retroceso en lo que al reconocimiento de derechos del colectivo LGTBIQ se refiere, se vuelven cada vez más complejas y matizadas, lo que hace imposible reducir las múltiples dimensiones de este tema a una sola línea de análisis”, afirma ILGA World en su último informe sobre Homofobia de Estado, publicado en diciembre de 2019.
Sudáfrica se convirtió en la primera nación en el continente en despenalizar la homosexualidad en 1998, cuando el Tribunal Superior de Johannesburgo dictaminó que las leyes de sodomía de la nación violaban la Constitución del país posterior al apartheid recientemente adoptada. Desde 2010, varios países más en el sur de África han despenalizado las relaciones entre personas del mismo sexo, incluidos Mozambique, Angola y Lesoto. En 2006, Sudáfrica legalizó el matrimonio homosexual, convirtiéndose en el quinto país del mundo y el primero de África (y hasta el momento el único) en hacerlo.
Si bien la tendencia sigue siendo la de la despenalización (ILGA no informaba de un retroceso desde 2010, cuando Burundi promulgó la penalización de las relaciones consensuales entre personas del mismo sexo), en 2019 primero Chad y después Gabón, siguiendo los pasos de Burundi, modificaron sus respectivos códigos penales para castigar con penas de prisión las relaciones homosexuales consentidas.
En esta publicación intentaremos arrojar algo de luz sobre la situación que viven las personas LGTBIQ en África, desde una perspectiva general a casos concretos como el de Senegal o el de la experiencia vital de la activista camerunesa afincada en Madrid, Danielle Nicole Mboume.