# 28

El futuro de la Costa Caribe de Nicaragua: Afrontando los retos de la juventud

Contexto

La juventud costeña: Superando retos

Gobernanza y Sociedad civil

¡Nos organizamos para salir adelante!

Impacto

Nuevas oportunidades laborales

Derechos Humanos de las Mujeres

Sin equidad no hay desarrollo justo

Impacto

La tecnología, motor para transformar la realidad

Un lugar

El río Sisin ¡Un salto de alegría!

Ser joven e indígena en la costa Caribe de Nicaragua supone aprender a vivir superando retos a diario. Con un acceso a la educación limitado, alejados de los centros de educación superior, rodeados de pobreza, migración, conflictos territoriales y escasa inversión pública, la juventud del Caribe convive cotidianamente con una realidad que está llena de dificultades y alejada de ofrecer expectativas de vida.

La actividad económica principal en las zonas rurales es la agricultura de subsistencia de productos tradicionales. El empleo formal para la juventud es prácticamente inexistente y son escasas las oportunidades para el emprendimiento y el auto empleo. La pobreza, vinculada a la falta de ingresos, y la muy escasa presencia de programas públicos de combate a la misma, sigue siendo la principal limitante para el desarrollo de las personas jóvenes. La pobreza es un factor determinante que obliga emigrar a la juventud hacia otros países o a las zonas urbanas, exponiéndolos a riesgos y a ser potenciales víctimas de redes de narcotráfico, trata de personas, delincuencia y violencia.

Ante esta situación, la mayoría de las personas jóvenes no tienen un plan de vida de mediano y largo plazo, se sienten inermes porque no ven prosperidad en su futuro y sin embargo no aceptan resignarse a vivir en la pobreza. Anhelan, al igual que otros jóvenes, poseer un teléfono, usar ordenadores y tener opción de explorar otras salidas profesionales con una mejor y mayor educación.

Y es en ese anhelo en el que radica su fuerza para impulsar su propio desarrollo, porque es una juventud que se reconoce luchadora, numerosa, con una actitud favorable al cambio y mucha motivación para desarrollar acciones que mejoren sus condiciones de vida y las de su entorno. Esta juventud se siente capaz de explorar emprendimientos productivos, acciones ambientales que protejan su ecosistema y de actuar para la mejora del conjunto de sus comunidades.

En este contexto, el programa EDEPROSASA “Eje de Desarrollo Productivo San Jerónimo-Sahsa: una opción de los Pueblos Originarios de La Costa Caribe de Nicaragua” ha desarrollado una serie de actividades en 21 comunidades del Caribe para apoyar las potencialidades de la juventud y contribuir al mejoramiento de sus condiciones de vida.

Solidaridad Internacional ejecuta este Programa junto con la asociación nicaragüense INGES (Instituto de Gestión e Investigación Social) y el apoyo de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo.

En este boletín te contaremos un poco más sobre la realidad en la que viven las personas jóvenes, los retos que afrontan y los alcances de las acciones realizadas.

Artículos en este número...

  • 1
    La juventud costeña: Superando retos
  • 2
    ¡Nos organizamos para salir adelante!
  • 3
    Nuevas oportunidades laborales
  • 4
    Sin equidad no hay desarrollo justo
  • 5
    La tecnología, motor para transformar la realidad
  • 6
    El río Sisin ¡Un salto de alegría!

LA JUVENTUD COSTEÑA: SUPERANDO RETOS

La Costa Caribe de Nicaragua es un extenso territorio boscoso, con muchos recursos naturales, habitado principalmente por comunidades indígenas y afrodescendientes que llenan de ritmo y sabor su vida cotidiana. Bailes, gastronomía, colores y una amplia historia de lucha por la emancipación y reconocimiento de sus derechos, marcan el ritmo en una zona que tradicionalmente ha sido olvidada, desplazada y explotada en busca de la riqueza que albergan sus bosques. 

La zona Caribe de Nicaragua se caracteriza, a pesar de su riqueza natural, por ser una zona donde la mayor parte de la población habita en condiciones de pobreza, con grandes dificultades de transporte y movilización, poco acceso a la educación, salud, servicios básicos como agua y luz  y pocas oportunidades de empleo formal.

La población joven que habita en las 21 comunidades del Caribe norte, la zona de intervención del Programa EDEPROSASA, es mayoritariamente rural y vive en condiciones de pobreza severa. Normalmente, tanto mujeres como hombres llegan hasta el nivel de educación primaria (12 años) y no pueden continuar porque en las comunidades no hay escuelas secundarias y no tienen recursos económicos para trasladarse a los centros urbanos y seguir estudiando. La pequeña cantidad de personas jóvenes que logran terminar la secundaria o carreras técnicas y universitarias, son generalmente hombres, quienes también terminan desempleados o migrando hacia la zona pacífica y núcleos urbanos del país, porque el mercado laboral de la región no tiene capacidad de absorberlos. 

La mayoría de la juventud vive en casa de sus padres hasta que forman su propia familia; cuando eso ocurre, normalmente la mujer joven de la pareja se traslada a vivir a la casa del hombre. La edad promedio para empezar a tener hijos es de 17 años, lo cual obliga tanto a hombres como mujeres jóvenes a trabajar en el campo para conseguir comida e ingresos. Ante la falta de otras alternativas de ocio, la actividad favorita de la juventud es el deporte, sobre todo el béisbol, tanto en hombres como mujeres.

En la cultura tradicional de las comunidades miskitas, la población joven se abre con dificultad un espacio que tradicionalmente ha estado ocupado por varones adultos, y que acapara todos los ámbitos de la comunidad, espacios de decisión, trabajos, disponibilidad de recursos económicos, etc. En este sentido, la juventud, está explorando formas y capacidades organizativas para exigir sus derechos y con ello  lograr cambios positivos. Están así mismo en disposición de enfocar sus demandas y su trabajo organizacional hacia relaciones más igualitarias entre hombres y mujeres, superando el esquema patriarcal todavía imperante.

A pesar de la riqueza de expresiones culturales y tradiciones, la población joven ve con cierta indiferencia el hecho de estar perdiendo poco a poco su identidad indígena aunque, paradójicamente, lo consideren como una de sus características más distintivas. La juventud, como en otras partes del mundo, aspira a crecer teniendo mejores oportunidades que sus progenitores y de ahí nacen gran parte de sus demandas de una mejor educación, alternativas de formación adecuadas a su contexto, y oportunidades de mercado que les permitan, a través de la agricultura, obtener mejores ingresos.                           

En ese sueño de mejores oportunidades, la juventud caribeña trabaja día a día en la cotidianidad para alcanzar los retos que se proponen, de manera conjunta con el fin de ir mejorando las condiciones de vida del Caribe nicaragüense.

¡Nos organizamos para salir adelante! Bajo esta idea y en medio de la difícil realidad que ofrece el Caribe nicaragüense para las personas jóvenes, más de 430 chavales y chavalas de distintas comunidades se han organizado en torno a 21 grupos, uno por comunidad, creando sus propias organizaciones locales. A través de éstas, buscan que su voz sea escuchada, que se atienda a sus necesidades y conseguir un espacio de participación en la toma de decisiones de sus comunidades y territorios.

En las comunidades del Caribe norte de Nicaragua, las instancias de toma de decisión más importantes son los Gobiernos Comunitarios y los Gobiernos Territoriales indígenas. En  estos espacios es donde las personas pueden expresar sus demandas y propuestas para que se realicen gestiones ante las autoridades municipales, el gobierno regional y distintas organizaciones que trabajan apoyando en el territorio.

La juventud caribeña sin embargo, ve con preocupación que en estos espacios sus opiniones no se tienen en cuenta en las decisiones importantes, y cuando consiguen ser escuchados no lo son con el mismo peso que la población adulta y de varones, siendo relegados a los temas considerados propios de la juventud (deporte, recreación, esparcimiento…) y acusados a veces de vagos y perezosos. Aunque demandan tener presencia en las Juntas Directivas de las comunidades y las mayores de 16 años desean intervenir más en las actividades productivas comunitarias, con poder de decisión, los adultos presentan resistencias pasivas, e incluso activas.

En este contexto, la juventud vio en la organización una oportunidad de alcanzar mejores resultados tanto en el ámbito político como en el económico, productivo. Las organizaciones creadas, han sido una plataforma para demandar una mayor representación en los espacios de decisión, para tener mayor incidencia y conseguir apoyos para satisfacer sus demandas. Las personas jóvenes en su actuar como grupo están haciendo un esfuerzo por tener más conocimientos sobre las leyes del país y de los pueblos indígenas para defenderse mejor.

El Programa EDEPROSASA, ha brindado acompañamiento para la conformación de 21 organizaciones juveniles, una por cada comunidad. Estas organizaciones son espacios que posibilitan conocer a otros jóvenes, formarse y despertar su interés en participar en temas de interés comunitario. Son así mismo espacios de intercambio, de ayuda mutua, de reflexión, de unión para resolver problemas comunes, de esfuerzo compartido para tener un mayor impacto a nivel de incidencia, productivo, medioambiental y de relaciones de género.

A través de los grupos y de manera organizada, las personas jóvenes analizan sus problemáticas comunitarias, trazan líneas de acción y definen estrategias que les permitan obtener soluciones a sus problemas. También han trabajado impulsando procesos de concienciación sobre sus identidades y sus derechos y han conseguido establecer reuniones con los distintos niveles de Gobierno (Territorial y Municipal) para hacer oír sus voces y elevar sus demandas a las instancias de decisión. La organización les está demostrando que  juntas y juntos es más fácil salir adelante.

NUEVOS EMPLEOS, NUEVAS OPORTUNIDADES: CENTROS DE TRANSFORMACIÓN DE LA MADERA

La principal preocupación de la juventud de la Costa Caribe Norte de Nicaragua gira alrededor del empleo. El hecho de tener que vivir casi exclusivamente de los recursos naturales, dadas las inexistentes posibilidades de emplearse en otros temas, les perfila casi siempre hacia temas agrícolas. La tónica común en el territorio es el desempleo para toda la población mayor de 16 años. No existen alternativas a la agricultura de subsistencia y cuando se encuentra algún empleo en otro sector suelen ser trabajos precarios, muy mal remunerados y con una gran carga laboral que no ayuda a desarrollar una vida digna.

La juventud en esta zona es privilegiada por tener a su alcance acceso a tierras comunitarias y por conocer desde la infancia el trabajo de la producción agrícola. Sin embargo, la falta de ingresos en general, hace a su vez que la población joven no disponga de recursos para invertir en mejorar sus capacidades y sus medios productivos. El trabajo en la agricultura y la explotación de madera son opciones de vida, pero no poseen capital de trabajo, herramientas apropiadas ni conocimientos técnicos para lograr buenos rendimientos y hacer de dicha actividad una fuente de ingresos. En el caso de las mujeres jóvenes, la situación se vuelve más crítica, porque son relegadas a ejercer trabajos domésticos no remunerados ni reconocidos, por lo que se ven con frecuencia obligadas a emigrar para trabajar como empleadas domésticas.

La mayor expectativa de la juventud es salir de la pobreza y llegar a la vida adulta en mejores condiciones. Para ello, su prioridad es encontrar alternativas de ingresos que sean asequibles a sus niveles de instrucción y con rentabilidad.

En este marco de ausencia de espacios de formación en la zona, es donde el Programa EDEPROSASA ha concentrado sus esfuerzos. La generación de autoempleo y la promoción de emprendimientos para que las personas jóvenes de las comunidades logren tener nuevas y mejores oportunidades para su desarrollo, se ha venido desarrollando de manera incipiente como resultado de los procesos impulsados desde las organizaciones juveniles locales.

Las personas jóvenes han comenzado a producir vegetales, hortalizas, frutas que venden en sus comunidades y llevan a las cabeceras municipales a menor costo que lo que llega de la zona del pacífico nicaragüense. Además, han comenzado a procesar parte de estos productos y a fabricar muebles de calidad y artesanías, dando valor agregado a la madera, a través de procesos educativos que les pone en mejores condiciones para desarrollar sus capacidades productivas en la propia comunidad.

A través de los cuatro centros de procesamiento de la madera, se ha impulsado la formación para el empleo. Los centros han sido dotados de maquinaria que la juventud ha aprendido a utilizar y con la que ahora despliegan su talento. En estos centros, chicos y chicas están elaborando muebles, que canalizan la demanda de las comunidades: bancas para la iglesia, puertas y pupitres para las escuelas, sillas y mesas para los hogares.., todo esto, que antes debían conseguirlo lejos y a precios altos, hoy en día son elaborados por jóvenes de las comunidades, generando así empleo y recursos que les permiten dinamizar la economía comunitaria. Y ello, desde la sensibilización medioambiental para una gestión sostenible de los vastos, pero sobreexplotados recursos forestales (uno de los motivos de conflicto en estos territorios)

El resultado es una juventud que cuida de los bosques que les proporcionan el acceso a un trabajo digno

SIN EQUIDAD NO HAY DESARROLLO JUSTO

Las desigualdades de género son un obstáculo para el desarrollo en cualquier ámbito de la vida. En el caso de las mujeres del Caribe nicaragüense, además de sus identidades indígenas, deben lidiar con el peso de ser mujer en una sociedad machista, patriarcal que las relega a un segundo plano en las distintas esferas de la vida cotidiana. La situación es más crítica si además la mujer es joven.

En el Caribe nicaragüense ser mujer implica un reto enorme, pues desde tiempos ancestrales el rol masculino ha llevado la batuta en la toma de decisiones, ha copado los espacios públicos más importantes y además ha normalizado la violencia, los abusos y el sometimiento de las mujeres, hasta el día de hoy.

El control de los recursos económicos y productivos, las decisiones sobre el ámbito reproductivo, la representación en puestos de dirección, son cosas que no están en manos de las mujeres, sino de los hombres. Profundas desigualdades que limitan el desarrollo y el bienestar en general y de las mujeres en particular.

Las jóvenes sufren el machismo y exclusión por parte de los hombres, tanto jóvenes como adultos. Además, tienen poco acceso a la educación sexual, en la zona son frecuentes los embarazos adolescentes y abundan las madres solteras, en general las mujeres empiezan a tener hijos a edad muy temprana (17 años), en muchos casos son embarazos no deseados y a lo largo de su vida fértil suelen tener muchos hijos y poco acceso a los servicios de salud de calidad, acceso a métodos de planificación familiar, etc. Las mujeres están además especialmente expuestas a enfermedades de Transmisión Sexual. También es habitual la violencia en el noviazgo e incluso abusos sexuales.

Las relaciones entre hombres adultos y mujeres jóvenes son también motivo de preocupación porque suele ser fuente de violencia y sometimiento hacia la mujer. Los hombres jóvenes reconocen que tienen prácticas y actitudes machistas y violentas y se lo atribuyen a la forma en que fueron criados y a la presión social.

Y es de esta experiencia y en este contexto del que surge, desde la propia población joven, la demanda de trabajar para sensibilizar a los hombres jóvenes y para cambiar, en las nuevas generaciones, patrones de comportamiento machista muy arraigados culturalmente.

Ante esta demanda, la intervención del proyecto EDEPROSASA ha considerado como eje fundamental incorporar una reflexión profunda sobre el género y las condiciones de desigualdad que viven las mujeres en el ámbito de las organizaciones juveniles. Es la población joven la que se ha mostrado más receptiva al cambio de patrones tradicionales y excluyentes de género. Son conscientes de la igualdad de derechos y están dispuestos, tanto hombres como mujeres, a tomar conciencia de la desigualdad y sobre todo emprender acciones para disminuir estas brechas y para erradicar las situaciones que enfrentan las mujeres jóvenes de violencia, marginación y exclusión, en mayor medida que los hombres, y por el hecho de ser mujeres.

Se han emprendido una serie de talleres y capacitaciones para facilitar un espacio de reflexión y aprendizaje con las personas jóvenes para erradicar la cultura machista y patriarcal que impera en las comunidades, cambiar actitudes y comportamientos. Los hombres jóvenes reflexionan sobre nuevas masculinidades, las mujeres toman conciencia de su rol de sometimiento y piensan estrategias para cambiar las relaciones de poder desde los espacios más íntimos; un enorme reto que ya han iniciado, pero en el que todavía  queda mucho por avanzar, porque sin equidad no hay desarrollo humano sostenible, esto es, desarrollo justo.

LA TECNOLOGÍA, MOTOR PARA TRANSFORMAR UNA REALIDAD DE DESIGUALDAD Y POBREZA

Las comunidades y comarcas del Caribe de Nicaragua cuentan con servicios básicos muy escasos: en muchas de ellas no hay agua potable, la energía eléctrica llega con dificultades y el acceso a internet es muy limitado. A pesar de todo, con el avance de las nuevas tecnologías y el desarrollo de los servicios telefónicos, cada vez con mayor cobertura, en los últimos años se han hecho más comunes programas como el Whatsapp y las redes sociales estén al alcance de las personas jóvenes.

Aunque la pobreza, la falta de oportunidades de educación y las dificultades para generar recursos económicos convierten el acceso a las nuevas tecnologías en un enorme reto, el programa EDEPROSASA, ante la demanda existente, hizo una apuesta por acercarlas a la juventud y reducir la brecha digital en este territorio. Para ello, decidió instalar lo que hoy ya se conoce como Centros de Información y Documentación Comunitarios (CIDOC). En ellos, las personas de las comunidades, especialmente las jóvenes, pueden tener acceso a distintos sistemas tecnológicos que facilitan y contribuyen a mejorar sus condiciones de vida.  ¿Qué es un CIDOC?

Los CIDOC son pequeños módulos conformados por ordenador, fotocopiadora, scanner e impresora, que están a disposición de las personas de la comunidad que requieran de la utilización de cualquiera de estos equipos. Porque para una simple fotocopiadora, de las comunidades debían desplazarse, hasta ahora, hasta los núcleos urbanos. Cada CIDOC está instalado en un espacio físico comunitario de fácil acceso y que todas las personas conocen; en algunas comunidades donde no hay energía eléctrica, el CIDOC cuenta también con un panel solar.

En los ordenadores de cada CIDOC se ha instalado un software educativo que contiene 65 videos, elaborados por profesionales de desarrollo tecnológico a partir de los manuales sobre buenas prácticas utilizados en las fomaciones presenciales impartidas por el equipo técnico del programa de cooperación EDEPROSASA: Estos videos contienen información que permite conocer los sistemas de producción agropecuarios locales que mejoran la productividad de los cultivos desde el respeto al medioambiente y los saberes ancestrales, que este programa de cooperación internacional ha desarrollado en las comunidades. De esta forma, se asegura que la formación presencial sobre manejo sostenible que se ha impartido se preserve en el tiempo, alcance a más personas, y que cualquiera pueda recurrir en todo momento, cuando así lo desee o necesite, a esta vía formativa para recordar, despejar dudas o apuntalar lo aprendido.

Pero estos Centros de Información y Documentación no están ideados solo para atender las demandas de formación productiva. Se dotarán con materiales impresos que sirvan de estudio para las personas de la comunidad: libros, investigaciones, materiales de campaña... También se pretende que en estos espacios se puedan realizar actividades como videoforos, proyección de películas, etc.. Asimismo, son lugares donde obtener información sobre muchos temas de interés, cómo montar un negocio, agroindustria, informática, diseño, cultura, historia, literatura, etc. de manera que se pueda aprovechar al máximo los recursos tecnológicos de los que disponen.

Los CIDOC instalados (21 en total, uno por comunidad) son gestionados por la organización juvenil que se ha fortalecido en cada comunidad. Representan una gran oportunidad para las personas jóvenes que viven en esas comunidades, ante la carencia de espacios de recreación o de formación tecnológica, porque la tecnología es un motor para transformar la realidad.

El Caribe norte de Nicaragua se caracteriza por ser una zona de exuberante belleza. Playas de arena blanca, portentosa vegetación y unos ríos increíbles. A pesar de las inclemencias del clima y los devastadores efectos del cambio climático, en el territorio y sus comunidades todavía hay ríos de enorme caudal.

La vida de las comunidades indígenas miskitas que habitan en Bilwi o sus comunidades aledañas, tienen una estrecha relación con el agua. Pequeños caseríos se establecen en las riberas de los ríos, aprovechando sus aguas para conseguir alimentos, para transportarse de un lado a otro y también para disfrutar del placer de darse un chapuzón.

A 41 km de Puerto Cabezas existe una comunidad o caserío llamado Sisin, establecido muy cerca del río que lleva el mismo nombre. Un pequeño centro poblacional que tiene como característica principal la arquitectura tradicional de sus casas, edificadas sobre pilotes y un portentoso rio de enorme caudal que atraviesa la comunidad.

Sobre este rio hay un puente que lo atraviesa a una altura de 10 metros aproximadamente, desde ahí los niños y niñas de la comunidad saltan, disfrutan de un entretenimiento espectacular, ríen, son felices. Venciendo al miedo y atreviéndose a pintar sonrisas en sus rostros se arrojan al vacío hasta sumergirse en las profundidades del Sahsa.

La cultura miskita tiene estrecha relación con el agua, mitos, leyendas han surgido por su vínculo ancestral con este precioso recurso que hoy se ve amenazado por el despale indiscriminado y la contaminación.

¿Y tú, te atreverías a saltar?

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